El uribismo necesita su propio partido

Nota: Por su actualidad publicamos la siguiente carta, que fue enviada al ex presidente Álvaro Uribe Vélez el pasado mes de septiembre, expresándole unas inquietudes políticas nacidas del Centro de Pensamiento Primero Colombia (CPPC) y un número amplio de colombianos. Fue el centro de la reflexión de la importante reunión que el pasado 25 de octubre se llevó a cabo en Medellín con el ex presidente Uribe y un nutrido grupo de dirigentes políticos, intelectuales, escritores, profesionales, jóvenes y personas provenientes de todo el país, convocados por el CPPC.

 

 

“Medellín, septiembre 19 de 2012

 

Señor Presidente Álvaro Uribe:

 

Reciba un saludo muy especial de mi parte. Perdone que lo moleste, dadas sus múltiples ocupaciones, con unas reflexiones tal vez muy extensas sobre la situación política presente y futura de Colombia.

 

Como usted sabe, señor Presidente, existe una inquietud creciente en el país sobre el futuro político de la corriente que usted encabeza, identificada popularmente como el uribismo. Inquietud nacida del viraje inaudito del gobierno actual, de retroceso nefasto para reimponer la vieja polítiquería tradicional que había conducido al país al grado de postración en que usted lo encontró en 2002, politiquería que estaba agónica al finalizar su mandato en 2010. Inquietud acrecentada ahora por las amenazas de un proceso de paz que todo lo feria en aras de intereses y caprichos que no coinciden con los anhelos de las mayorías nacionales.

 

En reciente visita a Urabá quise expresarle algunas ideas sobre el particular, pero no hubo tiempo ni espacio apropiados para hacerlo. Quiero por medio de esta carta ampliar un poco esas ideas, que he propuesto para debate en el Centro de Pensamiento Primero Colombia (CPPC). Motivo por el cual, además, estamos buscando una pronta entrevista con usted para poder examinar con cierto detalle estos puntos.

 

El imperativo del uribismo (interpretando el deseo de la mayoría de nuestros compatriotas) es recuperar el poder, perdido no en las elecciones sino en el ejercicio del poder por quien fue encargado de proseguir con la labor de los 8 años de su mandato. En esa dirección quiero formularle mis reflexiones.

 

Primero. Es indispensable contar con una organización política, un partido, que represente cabalmente esta corriente. Entendemos su interés en rescatar al Partido de la U de las garras del santismo y no perder los sectores uribistas que aún existen en su seno. Pero dicho partido, en su cúpula, desafortunadamente desde su origen está conformado por personas que se identifican más con el caciquismo y clientelismos tradicionales que con los nuevos vientos que usted trajo a la política colombiana. A ese nivel lo que se puede rescatar no es mucho, y ya está logrado: parlamentarios como Juan Lozano, Juan Carlos Vélez, Miguel Gómez y otros pocos, al igual que dirigentes como Oscar Iván Zuluaga, Francisco Santos y tantos más están alinderados ya, sin que sus posturas dependan de desenlaces futuros al interior de la U. Y de la dirigencia media y la base popular, ni se diga. En su gran mayoría se colocarán bajo las banderas que usted inspira, cuando lo disponga.

 

Es más, me atrevo a plantear la reflexión siguiente. Si Santos fracasara en sus proyectos claves y su popularidad se viniera a pique, y en consecuencia una parte de la dirigencia de la U tambaleara en su lealtad con él y estuviera dispuesta a virar para respaldar de nuevo al uribismo, habría un riesgo enorme en aceptarlos otra vez. La gente no vería bien que, por meros intereses políticos coyunturales, se acogiera a personas que han dado prueba fehaciente de su deslealtad, falta de principios y oportunismo. No sería un buen comienzo para la nueva etapa y las duras luchas que habrá que enfrentar hacia delante.

 

Por eso hay un interés creciente en que usted deslinde campos con la fuerza santista mayoritaria de la U, sin que ello implique enfrentar a quienes honestamente están allí y son partidarios de la Seguridad Democrática. Por el contrario, hay que redoblar esfuerzos para atraerlos e incorporarlos en la nueva agrupación política. Pero la indefinición frente a la U ya no reporta réditos sino que crea desazón y desánimo en las huestes uribistas.

 

El país recibió con alborozo su propuesta del Puro Centro Democrático (PCD), efectuada en el homenaje al Dr. Fernando Londoño. Yo, que repaso a diario las páginas de opinión de la prensa colombiana, podría decirle que la interpretación casi unánime de ese llamamiento suyo fue la de crear un nuevo partido de corte uribista, para enfrentar en el inmediato futuro al santismo, con trazas de una colectividad proyectada al futuro, de largo plazo. Soy conciente de que lo que usted propuso en concreto fue una alianza, una coalición de fuerzas para lanzar un candidato presidencial único en 2014, frente a la reelección de Santos (o la candidatura de algunos de sus alfiles, aunque es más improbable esto) y no un partido como tal. Pero a sustentar la necesidad de esto último, precisamente, se encaminan mis planteamientos.

 

Para el CPPC, al igual que para numerosos colombianos que a cada momento lo expresan, lo indicado es, antes que nada, definir la organización política que encarnará el uribismo hacia delante para unir a ella sus esfuerzos. Que no puede ser una coalición – que sí se requiera para las elecciones presidenciales, pero no operaría para las de Congreso, que las anteceden- sino un partido. Para el parlamento deben presentarse listas de partidos y no es conveniente que el uribismo vaya disperso, que sus dirigentes tengan que depender del aval de las direcciones de otros partidos no identificados con nuestra doctrina.

 

Dicho partido debe constituirse, honrando el nombre que usted acertadamente ha propuesto, como organización de centro y democrática. Esto último en dos sentidos: como defensora del Estado de derecho y la institucionalidad democrática, claro está; pero también, constituyéndose de manera democrática y participativa, con una amplia organización nacional que le de vigor y sirva de soporte a sus jerarquías y permita mantener su rumbo. De suerte que puedan conjugarse señor Presidente Uribe,  su papel de líder, jefe natural e inspirador indiscutible de esta vertiente, con la más amplia y vigorosa participación ciudadana posible, permitiendo que la nueva colectividad pueda proyectarse hacia adelante de manera segura y sólida.

 

Nuestra sugerencia, presidente Uribe, es que se de inicio a esta tarea de una vez. Esperar más parece que ya no es prudente. El llamado que usted hizo en el Club El Nogal de aglutinar las huestes uribistas en ciudades, barrios y veredas no puede postergarse. Es imperativo empezar a organizar el PCD y enviarle un mensaje contundente a los millones de compatriotas que comparten estas ideas en el sentido de que tienen ahora sí la herramienta que buscaban para expresarse, para aportar sus energías, para luchar por un país mejor.

 

En el CPPC, en Antioquia, queremos hacerle la propuesta de iniciar ese recorrido el próximo 26 de octubre –es una fecha tentativa-, cuando tenemos agendado un encuentro con usted, al estilo del que se efectuó en Barranquilla hace unos días. Queremos que en este caso el propósito no sea una reunión más del CPPC con usted, sino el lanzamiento del PCD en el departamento, como primer paso de una seguidilla de reuniones en todas las regiones del país con idéntico fin. Nosotros (el CPPC) simplemente nos ofrecemos como uno más de los organizadores y convocantes, que debieran ser muchos. Y del evento debería salir, así sea de manera provisional, el primer comité de dirección departamental del PCD, que serviría de ejemplo para que se replique el proceso en los demás departamentos, y luego en los municipios, barrios y veredas. Estamos convencidos de que importantes cabezas del partido de la U y de otros partidos, así como dirigentes empresariales, sindicales y sociales, intelectuales, profesionales, líderes populares, se sumarían a la convocatoria con entusiasmo.

 

En virtud de que la nueva colectividad no tendría por un buen tiempo personería jurídica como partido (habría que esperar la “ley de transfuguismo” si prospera, o buscarle más adelante legitimidad por medio de firmas en caso contrario), no habría problema para que mientras tanto hagan parte de ella corporados o dirigentes matriculados hoy en otros partidos o movimientos, pues no se les podría acusar de doble militancia. Se trataría, mientras tanto, de una corriente de opinión, pero actuante; que si bien todavía no fungiría como partido formalmente establecido,  empezaría a operar de una vez, a organizar las huestes uribistas y a tener presencia en la vida nacional.

 

Segundo, la participación en las elecciones de 2014. Es evidente que tales elecciones van a ser cruciales para definir si el país sigue por el rumbo equivocado del gobierno actual o recapacita y recupera la senda emprendida por los gobiernos de la Seguridad Democrática. O al menos, como en algún momento lo expresó usted, da el primer paso de romper el unanimismo del Congreso, introduciendo una bancada fuerte de oposición al gobierno.

 

Usted ha propuesto una coalición para escoger un candidato de unidad a la presidencia en esos comicios. Esto está claro y es aceptado en el país. Ya dentro del uribismo como tal hay varios precandidatos en la liza, como usted lo ha pedido. Y es evidente que si lo propuesto es una coalición, dentro de la cual se contemple al conservatismo como un pilar básico, habría que considerar en su momento nombres provenientes de ese partido. Su propuesta en el Club El Nogal apuntaba a que el PCD fuera el conjunto de fuerzas que se coaligaran para respaldar y avalar ese candidato presidencial. Déjeme reiterarle mis reservas sobre este último tópico.

 

El hecho es que las elecciones a Congreso son las primeras en el calendario. Un buen resultado en las parlamentarias es prerrequisito de una candidatura presidencial con posibilidades de victoria. Repito que en el peor de los casos, como usted mismo lo ha insinuado, sería vital obtener una aguerrida bancada de oposición, que pueda preparar la batalla para el 2018 si no se logra consolidar una candidatura presidencial fuerte y vencer a Santos. Y si bien para elecciones presidenciales está previsto en la Constitución que pueden presentarse candidaturas de coalición, es imposible hacerlo para elecciones a corporaciones públicas. De suerte que para Congreso hay que llevar listas de partidos (o movimientos de ciudadanos avalados por firmas). Naturalmente el Partido Conservador presentará las suyas. El de la U, todo parece indicar que hará lo mismo bajo la batuta de Santos. Y así los demás. El uribismo, si no define de antemano y con tiempo su organización política independiente, quedaría en el limbo.

 

Si esta definición no se hace oportunamente se corren riesgos muy grandes. Uno de ellos, que los parlamentarios de distintos partidos que hoy quisieran hacer parte de esta corriente tuvieran que permanecer en sus colectividades y depender del aval que les otorguen para aspirar de nuevo. Con la dificultad adicional –de lograr el aval- de que tendrán que adelantar la campaña por partidos no identificados con el uribismo, o, incluso, corriendo el riesgo de no salir elegidos si cuaja después la propuesta de una lista única e independiente al Senado (acompañada de las correspondientes de Cámara en los departamentos) encabezada por usted y que arrastraría la inmensa mayoría de la votación uribista.

 

No se trata, señor Presidente, de iniciar ya esa campaña electoral de manera abierta. Ni de que usted defina desde ahora públicamente que aceptaría encabezar la lista a Senado. Entendemos que es insensato iniciar una campaña con tanta antelación. De lo que se trata es de abrirle campo al nuevo partido, para que los dirigentes identificados con sus postulados que hoy militan en diferentes corrientes, lo mismo que muchos independientes y nuevos líderes que quieren proyectarse, tengan la seguridad de que hay esa oportunidad, que pueden dar un paso adelante, que pueden ir planeando y proyectando su trabajo político en la dirección anhelada. Que podrán tener el aval requerido y el apoyo para sus aspiraciones.

 

Conseguir una representación parlamentaria fuerte y de una calidad excelsa es una necesidad del país. Después de las volteretas que hemos presenciado en estos dos últimos años y de fiascos como el de la reforma judicial, los colombianos están esperando una renovación de fondo en la rama legislativa. Es una oportunidad excepcional. Aquel Congreso admirable de que tanto se ha hablado. Bajo su conducción, unificando energías en una organización partidaria vigorosa, con una plataforma ideológica y política de gran calado, que consolide y desarrolle los postulados de seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social, es posible lograrlo. Un gran amigo me decía en estos días que sería como establecer en el país, sin reforma constitucional, una especie de régimen parlamentario, pues una bancada parlamentaria de lujo (ojalá encabezada por usted), le impondría el rumbo a las otras ramas del poder, y el mejor rumbo.

 

Si la propuesta de lanzar el PCD en Antioquia como primer paso y su réplica en todo el país tuviere su acogida, señor Presidente, podría pensarse que a mediados del año entrante estuviera coronada la tarea básica de organizarlo a nivel nacional. Paralelo al trabajo organizativo sería indispensable ir desarrollando la plataforma ideológica y el programa de gobierno a presentar a los colombianos para el 2014. Se contaría también, por este medio, con una estructura de amplia participación que permitiría escoger democráticamente no solo el candidato a la presidencia y definir la coalición que lo respaldaría, sino también configurar las listas a Senado y Cámara.

 

Sintetizo así, para terminar, mis respetuosas sugerencias: lanzar –ojalá en octubre, como lo indiqué atrás, o en su defecto en una fecha oportuna pero no muy lejana- en Antioquia, de una vez por todas, el PCD como germen de la organización partidaria que ha de congregar al uribismo, de suerte que ese paso se replique en los demás departamentos y para mediados del año entrante pueda coronarse; después de cumplido ese proceso, definir democráticamente las candidaturas a la presidencia –seguramente en una coalición amplia- y al Congreso –a nombre del partido-. Le reitero la solicitud del CPPC de una pronta cita con usted para exponerle con mayor detalle esta y otras ideas y escuchar a la vez sus autorizadas opiniones.

 

Con mi aprecio y agradecimiento por su atención, me despido atentamente,

 

Libardo Botero C.”

 

* Director Blog Debate Nacional del Centro de Pensamiento Primero Colombia (CPPC)

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