Atontado y servil a sus ambiciones.

El gobierno de Santos con todos los recursos comunicacionales que de manera ventajista dirige, más el control absoluto que tiene sobre los poderes públicos, se resiste aun a admitir el rotundo fracaso de sus políticas en materia de seguridad, economía, agricultura, vivienda, servicios sociales y en políticas de frontera, porque aun teniendo todas estas potencialidades en sus manos, no ha sido capaz de darle al pueblo Colombiano una respuesta que calme sus angustias y necesidades.

El país se está agotando del discurso lleno de ofertas a los terroristas, mientras a los ciudadanos no se les da solución a sus problemas, nada aporta a la paz y a la tranquilidad de los Colombianos los mensajes y reuniones desde la Habana, pletóricos de ron, whisky, champán y suculentos banquetes, que solo se traducen en una burla a un pueblo que está atravesando enormes dificultades y que demanda de sus gobernantes, eficiencia, honestidad y seriedad para solventar sus problemas.

El presidente Santos pierde su tiempo con las Farc y sus aliados, en momentos en los que urge un pacto social con los más pobres de Colombia, que son los que más sufren debido a la inseguridad, la hiperinflación, el desempleo, la crisis hospitalaria, las fallas eléctricas y de acueductos, la falta de vigilancia epidemiológica, la degradación ambiental, la escasez de planes y programas de empleo y pensiones a la vejez abandonada por su gobierno.

Juan Manuel Santos perdió la conexión con la realidad, pareciera ser que en Cuba las Farc le prepararon una sustancia para someterlo mediante medios insanos, le están manipulando para mantener control sobre él, han hecho de él un prisionero mental, y en sus discursos al país observamos que vive altos grados de alucinación, y lo mantienen atontado, babiecas y servil a sus desproporcionadas ambiciones, no se explica el por qué no se está ocupando de resolver los problemas de los Colombianos, lo único que le importa es defender las propuestas de los terroristas, sus cuotas de poder, evitarles el castigo por los daños cometidos, y brindarles atajos y salidas frente a la justicia, para tapar sus delitos.

Esta situación cada vez se pone peor, y corresponde a todos los Colombianos evitar que esto siga cayendo y destruyéndose, el pueblo tiene derecho a restablecer su fe en la seguridad como valor democrático, tenemos que recuperar la fe en nuestras Fuerzas Armadas hoy maltratadas por el propio gobierno, se tiene que fortalecer la integración entre Fuerzas Armadas y la ciudadanía, el presidente de la República está en la obligación de combatir el terrorismo sin ninguna oferta de impunidad a los irregulares, y es un deber del Congreso Nacional convertirse en el órgano vigilante que no permita acciones equivocadas del ejecutivo Nacional, que cercenen los derechos de los ciudadanos, y pongan en riesgo el futuro en Democracia y libertad de todos los Colombianos.

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