Campanazo al gobierno Santos

Santos nunca ha tenido grandes calificaciones, pero el castigo ciudadano que recibió en la última encuesta es crítico por la complejidad de problemas que ahora enfrenta, algunos estructurales.

El gobierno debe leer la última encuesta de Invamer Gallup con especial atención y escuchar las emociones del país. Las bajas calificaciones con las que la ciudadanía castigó la gestión del presidente Juan Manuel Santos, diagnostican un panorama preocupante.

Si bien en otras mediciones al gobierno le ha ido peor, debido a una reacción general frente a un tema determinado, como lo fue el paro agrario, esta vez son múltiples los puntos que exigen una reflexión, ya que la ciudadanía respondió desencantada frente a una suma de algunos problemas, incluyendo varios estructurales.

El opinómetro bajó por el manejo del proceso de paz, la corrupción en la justicia, el momento económico, la inseguridad, el paro de maestros, el caos de la salud, la desinstitucionalización de los poderes públicos, los partidos y la corrupción.

Mientras tanto, la opinión pública dio un voto de nostalgia por el expresidente Álvaro Uribe, quien logró un repunte de 12 puntos en su imagen favorable.

El proceso de paz, que si bien nunca ha tenido grandes calificaciones, esta vez aparece lejano al ser fracturado por la traición de las Farc a su propia palabra de cese el fuego, con la masacre de los soldados en el Cauca.

Y la opinión por Santos, quien ahora tiene una calificación desfavorable del 64 por ciento, que no es la más baja de su historia, pero sí la más crítica, expresa el castigo a un gobierno que ha sido errático, dubitativo, vacilante y que no ha tenido la suficiente claridad para conducir los destinos del país en sus temas más sensibles.

Aunque la justicia es autónoma, independiente y constituye una rama que no depende del gobierno, el jefe de Estado sí tiene mucho por hacer para devolverle a la Rama su credibilidad y dignidad perdidas. La imagen negativa de la justicia en general está en el 79 por ciento, grave resultado, mientras que la Corte Constitucional, guardián de la Carta Magna, aparece con una imagen negativa del 62 por ciento.

La desconfianza en la justicia es una prueba de que no está atendiendo las demandas de la Nación y, lo más grave, algunos de sus altos dignatarios administran justicia protegiendo intereses. Muy lastimada también aparece la imagen del Fiscal General de la Nación, quien predica a los cuatro vientos los actos reprochables de otros jerarcas, pero que justifica los propios, como el de su lobista en el Congreso, frente a lo cual ni siquiera hay una investigación penal en curso.

El gobierno no puede compensar su incapacidad para hacer una reforma estructural a la Justicia con distractores como el caso Pretelt o con juegos mediáticos.

De hecho, el más grande estruendo del primer gobierno Santos fue el fracaso de su iniciativa de reforma a la Rama Judicial, el cual se resquebrajó por el peso de los micos que le montaron.

Frente al proceso de paz el Gobierno perdió seguidores, debe recuperar la confianza y unir de quienes están a este lado de la mesa, mientras tanto la guerrilla saca ventajas de ello, como podrían también sacar los maestros, oxigenados por las erráticas declaraciones de la Ministra de Educación. Aunque la economía y otros aspectos de la vida nacional no han cambiado de manera drástica, el ambiente de pesimismo es incuestionable y la tendencia de las respuestas fue marcadamente negativa.

Santos ha sabido sobrevivir frente a este tipo de golpes de opinión ciudadana. En los próximos dos meses habrá una nueva encuesta y quizás, el ambiente en el país será otro, posiblemente la Selección Colombia esté en la final de la Copa América, Nairo dando pedalazos para ganar el Tour o las Farc anunciando que firmarán un acuerdo. De no ser así, y si a cambio el gobierno recibe otros golpes como la corrección del crecimiento económico del país a la baja, un desmán de las Farc o estalla otro conflicto por algún pendiente por las concesiones de la reelección, el Presidente difícilmente se parará de la lona.

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