CUBA, LAS FAN Y LA MUD-UNA MESA DE TRES PATAS

"La oposición democrática no constituye ningún peligro, la chavista constituye su verdadera amenaza"

Fausto Masó

Muerto Chávez y desaparecido con él el corazón, el impulso, el ímpetu y la legitimación de su autocracia, el régimen que deja tras suyo se sostiene en los únicos auténticos factores de Poder vigentes en Venezuela: Cuba y las fuerzas armadas. Con una asistencia voluntaria de intereses varios, que le permite a esta frágil y desaforada dictadura desempeñarse sin mayores traumas: la MUD. La mesa de tres patas, único soporte de Nicolás Maduro y los suyos. Si cualquiera de esos tres factores le restara todo respaldo, el régimen no resistiría la fuerza de gravedad sociopolítica. Se caería por su propio peso.

Lo que resta del alma del proceso, el ímpetu inicial causante del deslave del 98, su sostén ideológico y su justificación histórica, valga decir: el socialismo revolucionario, ha abierto los portones de la discordia y amenaza con retirarle afectos y respaldos. Como lo demuestran las epístolas de dos de sus apóstoles: Jorge Giordani y Héctor Navarro. Mascarones de proa del chavismo puro y duro y puente, seguramente ya definitivamente roto, entre el proceso y la utopía. Imágenes de una discordia que recién comienza, pero se irá desgajando día a día hasta alcanzar un ritmo endemoniado e irrefrenable.

Ambas misivas desnudan la naturaleza absolutamente pragmática, carente de toda ideología, que no sea el crudo afán de poder de una camarilla cívico militar por continuar disponiendo a su antojo de los todavía ingentes recursos de la República. De allí los dos hechos más resaltantes del testamento de Giordani: confiesa su distanciamiento irreparable con Nicolás Maduro nada más producirse la muerte de Hugo Chávez – lleva, así lo dice, más de un año intentando comunicar sus desavenencias con el curso implementado por el heredero nada más hacerse con el Poder. Y el grueso de su denuncia va dirigida a la malversación y abuso de los recursos públicos en connivencia con factores ajenos al proceso. Incluso extranjeros. En otras palabras: la renuncia a los ideales socialistas del comandante y el escandaloso desfalco de los recursos con fines ajenos al bien público. En una palabra: dobla las campanas por el fin del llamado socialismo del Siglo XXI, la naturaleza socialista revolucionaria del chavismo y su conversión en una mera dictadura grupal de militares y civiles arribistas y aprovechadores.

Los reclamos de lo que podríamos denominar los ideólogos del proceso, respaldados por su plataforma mediática – Aporrea – deja ver un hecho verdaderamente abominable: el gobierno cubano no tiene otro interés en el régimen que sustentan y la mantención del agente que pusieran a su cargo, que extraerle a Venezuela cuánta riqueza puedan, para alimentar sus exangües vías de sobrevivencia. Si la insólita declaración del cantautor emblemático del castrismo durante medio siglo, Silvio Rodríguez – acaba de confesarse confundido por la grave situación que viven los sectores populares de su país, una realidad que nada tendría que ver con el futuro que ha mantenido viva la utopía y su propio reservorio de imágenes trovadorescas – es de imaginarse a qué estado de miseria e indefensión llegarían los pobres de la revolución, la población entera, salvo la Nomenklatura, si la pérdida de su control sobre PDVSA y nuestros recursos los dejara sin los cinco mil millones de dólares y los 120 mil barriles de petróleo diario que bombean de nuestro subsuelo. La debacle. Cosa de la que Silvio Rodríguez debiera, por lo menos, tener noticias, siendo o habiendo sido un diputado de la asamblea castrista.

Si los intereses de Cuba, del alto mando y las jerarquías de las Fuerzas Armadas, así como de la camarilla golpista que administra al estado venezolano como estricta fuente de recursos a ser saqueados,  están claros – gansterismo y proxenetismo puros – cabe la pregunta sobre las razones e intereses de los secretarios generales de los partidos dominantes en la MUD para continuar dándole sostén a una fantasmagoría delincuencial como la que hoy asfixia y saquea a Venezuela.

El tema es demasiado delicado y complejo como para despacharlo en un santiamén. Pero en rigor tiene sus explicaciones más elementales en la connivencia ideológica del populismo clientelar y estatólatra que trasmina a los partidos del establecimiento puntofijista, ampliado ahora con PJ, UNT y los partidos recientemente incorporados al discurso populista de la política nacional. Todos los cuales sufren, igualmente que sus partidos matrices – AD y COPEI – de un pobresismo inveterado y de un igualitarismo heredado de dos siglos de República. Su desinterés en fundar la República sobre las sólidas bases de la libertad, la productividad, el respeto a la instituciones y la hegemonía del individuo, emancipado de las dádivas de un estado manirroto, valores todos derivados del liberalismo, han brillado por su ausencia desde la fundación misma de la Nación. Un mal endémico del que Venezuela no podrá zafarse sin una auténtica revolución de los espíritus.

Las tres patas conspiran contra la revolución liberal democrática. A todos ellos les aterra verse barridos del escenario y privados de las llaves mágicas de los ingresos petroleros. Unos, disfrutando de ellos; otros, esperando el turno. Una tragedia de la que, a pesar de tantos y tantos esfuerzos ahogados en ciernes, no parecemos estar dispuestos a sacudirnos. Prefiriendo reducir todos nuestros problemas al ámbito de la política y la gobernanza.  Así son las cosas.

@sangarccs

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