Debates en “prensa”

"Se mostró el lobo de la soberbia en el periodismo colombiano."

La semana pasada se evidenciaron problemas en el cuarto poder y se mostró el lobo de la soberbia en el periodismo colombiano cobijado con la piel de oveja de “la información”. Mejor dicho se soltó la fiera en las salas de redacción y se comió vivo a subalternos y entrevistados.

El periodismo, por supuesto, debe tener cierta dosis de autosuficiencia, en especial para no arrodillarse frente al poder supremo del dinero y del dominio político. Pero deben ser dosis muy medidas como las de los remedios homeopáticos, de a gotica diaria y no cucharadas que empalaguen y enloquezcan.

Sin embargo, es difícil no pasarse de esta dosis cuando se tiene la sensación de que desde un micrófono o desde una gerencia se puede influir decisivamente en los demás poderes. Eso pasó con dos colegas hoy a cargo de importantes medios de comunicación: Vicky Dávila en La FM y Hollman Morris en Canal Capital.

Vicky se tropezó con otro vallecaucano atravesado en un enfrentamiento que echó chispas. Hasta de “payasos” se acusaron mutuamente con Gustavo Alberto Lenis, director de Aerocivil, por culpa de un controlador aéreo que no llegó a su trabajo.  Escuché el enfrentamiento varias veces y llegué a la conclusión que la directora provocó al malgeniado director, en una escalada de frases que fueron subiendo de tono hasta un clímax imperdonable. Parecía de esas grescas callejeras en las que uno de los contendores no quiere pelear, está amodorrado y se hace el desentendido, mientras la otra parte lo acosa con toquecitos en la mejilla y puntapiés hasta lograr involucrarlo en una pelea sangrienta.

Así fue con Lenis. El director de Aerocivil le decía con paciencia que no sabía nada, que acababa de llegar al cargo y Vicky le ripostaba burlonamente: “Pero entonces, a quién le pregunto, doctor Lenis, ¿a mi mamá?” Eso fue suficiente para conseguir la pelea que necesitaba ese día, para sentirse directora importante y, seguramente, para subir el rating. Así ha sido el estilo de Julito por  años en una fórmula patentada para conseguir éxito periodístico aún a costa de traspasar límites éticos.

Por otros lados, porque la soberbia no tiene orilla ideológica, Hollman Morris no le renovó el contrato al director de uno de los programas de opinión de Canal Capital, El Primer Café, porque  Mauricio Arroyave no permitió que se metiera ni Morris, ni su delegado, en el consejo de redacción de este programa.

Mala cosa para un periodista como Morris tantas veces acosado por las presiones para que pierda su libertad de informar. Recordemos cuántas veces lo tildó Álvaro Uribe de complicidades y alcahueterías con la guerrilla y cuántas veces el periodista se ha tenido que defender de acusaciones que no son otra cosa que intentos por silenciarlo.

En Morris resulta todavía más extraña esta tentación de poder. Canal Capital en un órgano público, por lo tanto sus pautas de periodismo libre, independiente y sin injerencias deberían ser todavía más estrictas que las de RCN o Caracol que tienen propietarios privados.

El poder, otra vez lo comprobamos, es una droga que envenena. Frente a él no hay nadie inmune, ni la izquierda, ni el centro, ni la derecha. Pero por supuesto no debemos pasar por alto esta tentación totalitaria de utilizar los medios para ejercer dominio sobre la información. Hay que hacer la crítica necesaria porque de lo contrario los que hoy se aprovechan de la circunstancia pasajera de estar frente a un micrófono, podrían ser sus víctimas mañana. Si no, miremos lo que pasó en Venezuela.

www.margaritalondono.com

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