Declaraciones candentes

Tras un largo historial de tropelías que no vienen de ayer ni de hace un mes, Santos se decidió por fin a advertirles a las Farc que estaban jugando con candela y que si la cosa seguía así el proceso podría romperse. A primera vista, esta admonición parece consecuencia de los actos de terrorismo de la guerrilla, pero siendo malpensados —piensa mal y acertarás, dice el refrán atribuido a Maquiavelo— se podría conjeturar que la misma tiene causas de mayor calado.

No sigamos adelante sin antes decir que Santos difícilmente rompería su matrimonio con las Farc. Hace apenas mes y medio fue reelegido única y exclusivamente por el cuento ese de “la paz”, y no tiene ninguna otra meta de importancia en su monotemático programa de gobierno. No se nos olvide que su segundo periodo apenas se inicia dentro de una semana; luego, ahogado en las aguas putrefactas de su mediocridad, ¿qué diablos haría en esos larguísimos cuatro años sin poder estar llenándose la boca con el cuento de “la paz” y el postconflicto? ¿Se imaginan a qué niveles caería la popularidad del JuanPa y las rechiflas constantes en cada sitio donde le diera por asomar su cara?

La verdad es que uno quisiera felicitar al Presidente por (simular) pararse en la raya y cantarles unas cuantas a estos bárbaros de las Farc, pero no, no hay tal. Santos es un rehén de ese proceso y no tiene escapatoria. Por eso hay que ser escépticos ante sus mal simuladas bravatas y buscarles otra explicación como es la de que, simple y llanamente, el proceso no avanza, y Santos está previendo que si no logra meter en cintura a los negociadores de la guerrilla el asunto se le va a descarrilar de manera inexorable como le ocurrió a Pastrana en el Caguán.

De hecho, Santos hizo referencia a que el proceso no tenía sentido si no había entrega de armas, como las Farc lo han indicado de manera reiterada. Y eso quiere decir que se trata de un inamovible de la guerrilla que el Gobierno no ha podido objetar. Además, en las últimas horas ‘Timochenko’ emitió varias afirmaciones candentes que pudieron haber motivado la reacción del primer JuanPa de la Nación.

La primera carga de profundidad consistió en responsabilizar a Juan Manuel Santos del asesinato de ‘Alfonso Cano’, una acusación de altísima gravedad que alcanza ribetes macondianos si se tiene en cuenta que el mismo Santos ha reconocido que dio la orden de dar de baja al por entonces número uno de las Farc. Y me refiero a Macondo porque Locombia es, claramente, el ‘mundo de Subuso’ y aquí todo está al revés o se pone de cabezas en el momento menos esperado.

Cuando cayó ‘Cano’ y el farczobispo de Cali, su eminencia reverendísima Darío Monsalve, salió a decir que el Gobierno había asesinado a un “hombre de más de sesenta años, herido, ciego y sólo”, al que debería haber capturado y puesto ante la justicia, se me vino a la mente el coronel Plazas y se me ocurrió que los hombres del operativo contra ‘Cano’ podrían terminar en las mismas. Pues, bien, no sería de extrañar que si las Farc logran ganar esta mano de póker sea Santos el que termine guardado. Y, aunque la hipótesis es aventurada, lo cierto es que, a Santos, tal mostrada de dientes no le debe haber gustado mucho.

La otra carga de profundidad es toda una bomba atómica contra el proceso de La Habana. Dijo ‘Timo’ que las Farc no se arrepienten de las atrocidades cometidas a lo largo de estos 50 años: “Nos sentimos orgullosos de ello, no nos arrepentimos ni siquiera por un instante de lo hecho. Y jamás vamos a hacerlo". Ante semejante desvarío, todos nos preguntamos si un grupo terrorista que no pide perdón ni muestra arrepentimiento tiene voluntad y está en verdadera disposición de hacer la paz o si —como creemos— solo está usando los diálogos como estrategia para fortalecerse política y militarmente, y como un medio para alcanzar el poder al que no se han acercado por la vía armada. A esto hay que agregarle que sin contrición pública será muy difícil que los colombianos compren ese “paquete” que supuestamente tendremos ocasión de refrendar en las urnas, a menos que esos voticos también sean bien pagados como los de la elección presidencial.

Pero, finalmente, la declaración más candente de todas provino del director de Human RightsWatch para las Américas, José Miguel Vivanco, quien denunció graves violaciones de los derechos humanos por parte de las Farc en Tumaco, lo que lo condujo a aseverar que el Estado colombiano había fracasado en su misión de impartir justicia y que sería equivocado creer que eso se va a solucionar con una simple firma en La Habana. Es decir, hasta Vivanco reconoce que el proceso de paz es una farsa. Y eso fue lo que reelegimos los colombianos: con paz, haremos más…

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