El desgaste de la paz

En agosto de 2014, el 59 % de los colombianos estaba de acuerdo con que el Gobierno Nacional estuviera negociando con las Farc en La Habana, de acuerdo a cifras de Gallup. Sigue siendo una mayoría, pero revisando los datos históricos del apoyo al proceso de paz se entrevé el desgaste al que ha estado expuesta la opinión de los colombianos.

En efecto, en agosto de 2013, el apoyo a la negociación era del 62 % y en el mismo mes de 2012 era del 71 %, según Gallup. Una tendencia que, especulo, se mantendrá en los próximos meses, y seguirá profundizando la desconfianza en el proceso justo cuando se acerca la refrendación popular de los acuerdos.

El Gobierno Nacional lo sabe y por eso ha intentado de varias maneras detener esta caída en la imagen de lo que se está haciendo en Cuba.

Dar a conocer los preacuerdos buscaba, por ejemplo, terminar con las especulaciones y, al mejorar la transparencia del proceso, fortalecer el apoyo a la negociación. Sin embargo, el común de los ciudadanos no iba, ni mucho menos, a ponerse a leer todo el texto e incluso si lo hicieron, resultaba complejo que entendieran todas las particularidades, insinuaciones e implicaciones que incluyen.

De igual forma, la desconfianza de algunos colombianos es tanta que, incluso con los preacuerdos en frente, todos se preguntaban por lo que “no nos estarán mostrando”. Curiosamente, no solo de transparencia puede vivir la negociación.

Y quizás ese sea uno de los problemas que el Gobierno (y las mismas Farc) no han podido asumir, que cuando se negocia con un grupo armado con un apoyo nacional más bajo que el margen de error (de nuevo, de acuerdo a cifras de Gallup, no supera el 4 %), cada declaración disonante, cada afirmación cínica y cada respuesta descarada no solo ofende en el marco de la negociación, sino que abre viejas heridas de la mayoría de los colombianos.

Por eso es difícil apelar a la simple racionalidad de las personas a la hora de pedirles su apoyo al proceso, porque las fibras que toca todo el asunto vuelven casi imposible analizar los avances, las demoras, los riesgos y las oportunidades de los acuerdos con cabeza fría. Pero tampoco parece funcionar cuando el Gobierno apela a sentimientos, por eso campañas como #SoyCapaz se han quedado a medias y enflaquecido su determinación a mitad de camino al no despertar en los colombianos lo que pretendían.

Al final, ese desgaste del proceso se nota, en las declaraciones y decisiones del Gobierno, en las opiniones y columnas de los periódicos y sobre todo, en las calles, en donde la creciente desconfianza se está configurando como el mayor reto para una eventual refrendación de los acuerdos.

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