El enredo de La Habana

Lenin dijo algo así como que los capitalistas compraban la soga con la que serían colgados, similarmente  yo diría que Santos está con las negociaciones en La Habana determinándose el autogol de su definitiva derrota política.

En una macabra combinación de ego, buscándose el Nobel de la Paz y de convicción ideológica, el objetivo central del gobierno Santos ha sido,  a pesar del espeluznante fracaso del mismo, el establecimiento de un mecanismo por medio del cual convencer al país de que lo mejor es entregarle el poder a las Farc, bajo el ominoso disfraz de un diálogo de paz, en el cual se concertaría  el anhelado objetivo de los colombianos.

Señalo en contradicción con el sentimiento general,  que el mecanismo del diálogo en La Habana es un total fracaso, luego debo explicarme. En primer lugar ese sentimiento es una impresión errónea, dictada por la manipulación mediática, que del verdadero sentir popular, hace el gobierno y los medios arrastrados a él por el efecto del soborno vía pauta publicitaria. Obvio que a cualquier colombiano que se le pregunte si desea la paz, contestará que sí, por lo que es más bien bajísimo el  80 y tanto por ciento que así se expresa. Pero el detalle está en la letra menuda, pues al preguntársele a los colombianos, por las condiciones por medio de las cuales el gobierno Santos está cediendo ante los narcoterroristas de las Farc, léase concederles impunidad, elegibilidad y no cesación de armas, más de las tres cuartas partes de los colombianos las rechazan.

Primera conclusión, el supuesto apoyo de los colombianos al diálogo en La Habana entre Santos y los narcoterroristas no es tal, es una ilusión creada por la mermelada santista a los medios, pues la abrumadora mayoría de los colombianos rechazamos los términos con que pretende llegar Santos a la paz con esos criminales de lesa humanidad.

Pero el enredo de  La Habana se complica aún más, pues estas condiciones denigrantes para el gentilicio colombiano, que son las expuestas públicamente por las partes involucradas, son nada ante el real objetivo de la negociación del Presidente traidor del mandato popular con los criminales de lesa humanidad de las Farc.

El real objetivo que pretende Santos es la instauración del Socialismo del Siglo XXI en Colombia, siguiendo la cartilla que para ello hizo, con las obvias adaptaciones al contexto local, el Foro de Sao Paulo. En una de sus primeras declaraciones como Presidente, hace cuatro años, Juan Manuel Santos aseveró que su objetivo era ser un traidor a su clase. Loable objetivo, pues la clase dirigente bogotana, con su ceguera ante los padecimientos del pueblo raso, ha sido gran culpable de las calamidades de nuestra patria. Pero la traición que éste ha realizado no ha sido a su clase, pues ella se ha vendido por un plato de lentejas a los dictámenes de los narcoterroristas, sino a la nación entera, que ve peligrar sus logros de libertad y democracia.

Ahora bien, el enredo no termina allí, pues resulta que los narcoterroristas y criminales de lesa humanidad, poseen el cartel más grande de droga del mundo, ni que le entreguen todo el  poder político de Colombia, éste es pequeño con las pingües ganancias del narcotráfico y demás negocios criminales de los narcoterroristas, Ecopetrol y demás empresas estatales es el equivalente para las Farc a la sucursal bogotana   de un banco de Sarmiento Angulo (de quien se rumora está implicado en el lavado de activos de las Farc) respecto a las ganancias  del narcoterrorismo. Luego la legalización de la droga, promovida por los grandes carteles mundiales de ésta, y auspiciada por Santos para complacerles, de allí el gran poder de Samper, el “capo di capi” ahora en la tarea de defender  los carteles de los militares venezolanos y sus grupos paramilitares, es sólo posible a mediano plazo,  el diálogo de La Habana no se puede extender tanto.

Resulta pues que el  diálogo de La Habana, no es más que una estrategia de los narcoterroristas, como lo fue Caracas, Tlaxcala y El Caguán, para reacomodarse y reposicionarse militarmente y ganar poder y prestigio políticamente. He allí el gran enredo que significa La Habana para Santos, se quedará sin el sándwich y sin el queso, y ello determinará su gran derrota política, es que el que mucho abarca poco aprieta y la ambición de poder y riqueza de los “ dialogantes “ en La Habana son desmesurados. Pero como siempre más sabe el diablo por viejo que por diablo, y Santos salía de la escuela cunado los narcoterroristas ya dominaban buena parte del país.

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