En defensa de la Fuerza Armada Nacional

La Fuerza Armada Nacional es una institución del Estado al servicio de todos los venezolanos. El artículo 328 de la Constitución de 1999, establece, con una trascendente visión de sus funciones, que “la Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional de acuerdo con la Constitución y la ley. En el cumplimiento de su misión, está al servicio de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. Dolorosamente, una generación militar representada en unos altos mandos decidió, por ambiciones personales, violar los más trascendentes principios y valores militares al identificar nuestra Institución con una parcialidad política.

Este gravísimo error ha provocado, con toda razón, que amplios sectores sociales critiquen a nuestra Institución con gran fuerza al no poder justificar muchas de sus acciones, las cuales no han tenido ninguna relación con la defensa nacional. La peregrina tesis de la unidad cívico militar ha traído por consecuencia que progresivamente la Fuerza Armada Nacional haya empezado a vincularse con muchos de los errores cometidos por el actual gobierno. Este aspecto es aún más delicado al ser designado un gran número de oficiales activos para altos cargos públicos, estrechamente vinculados a la acción política del régimen. Ciertamente, las instituciones se encuentran formadas por hombres que las conducen por equivocados o acertados caminos. Así lo indica nuestra historia. La Fuerza Armada Nacional ha sido un factor fundamental en nuestro devenir como país. Su actuación, con aciertos y errores, siempre ha interpretado el sentimiento nacional.

Justamente, esa capacidad de percepción social le ha permitido rectificar a tiempo delicadas posiciones, que de no haberlo hecho habría comprometido el destino de nuestra Institución. Un excelente ejemplo de esta realidad fue la actuación de la Fuerza Armada durante la década de los cincuenta del siglo XX. En ese tiempo se decía que los militares eran Pérez Jimenistas. Ciertamente, un importante número de oficiales respaldó al general Marcos Pérez Jiménez en los golpes de Estado del 18 de octubre de 1945, del 24 de noviembre de 1948 y en el irrespeto de las elecciones de 1952, aunque hubo entre sus miembros quienes tuvieron que aceptar la decisión pero mantuvieron una posición crítica durante ese gobierno. Sorpresivamente, esa misma Fuerza Armada se insurreccionó el 1 de enero y el 23 de enero de 1958 con la finalidad de restablecer el régimen democrático. Fueron tiempos de grandes tensiones internas, pero siempre se impuso la jerarquía y el espíritu de cuerpo.

Estoy seguro que actualmente muchos de sus miembros deben estarse preguntando cuál debe ser el camino que debe tomar la Fuerza Armada Nacional en medio de las complejas y difíciles circunstancias que vive Venezuela. Sin lugar a dudas, no me corresponde a mí dar una opinión al respeto. Es una obligación del personal profesional activo interpretar el sentimiento nacional. Yo escuché sorprendido las declaraciones de Nicolás Maduro al informar que funcionarios de la Embajada norteamericana estaban realizando contactos conspirativos con oficiales activos, los cuales, en cumplimiento de sus deberes militares, habían informado a sus superiores jerárquicos. Tengo grandes dudas de la veracidad de esa noticia. No es la manera de actuar nuestra Institución. Al contrario, yo pensaría en el creciente descontento que debe existir en el seno de nuestra Institución ante las adversas realidades que tienen que enfrentar muchos de sus miembros y familiares.

Realmente, son injustas las apreciaciones que se han hecho en contra de nuestra Institución. No es verdad que ella es la responsable del proceso político que se inició en Venezuela en 1998. Durante las crisis militares de 1992, la mayor parte de los integrantes de nuestra organización cumplió cabalmente sus deberes enfrentando al pequeño grupo disidente liderado por Hugo Chávez. Fue el propio pueblo venezolano quien respaldó, en esas elecciones, sus aspiraciones presidenciales. Es verdad, que durante estos dieciséis años se ha violado la Constitución Nacional en múltiples aspectos, entre ellos algunos que se refieren a nuestra propia Institución. Esta realidad obliga a reflexionar sobre la manera de enfrentar estos hechos. Lo más que puedo decir, como viejo compañero de armas, es recomendarles mantener la unidad interna, la disciplina, la jerarquía y el espíritu de cuerpo ante los complejos retos que, con seguridad, tendrá que enfrentar la Fuerza Armada Nacional.

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