GOEBBLES RENOVADO O EL ABC DE LA PROPAGANDA NEGRA NORMALIZADA

“Así muere la democracia, con un estruendoso aplauso llamado progreso”.

La Senadora PadméAmidala en StarWars

“Er istwieder da.” (Él está de vuelta) me espetó mi vecino alemán que sabe que chamusco su lengua, detesto a Hitler como él, y soltó la carcajada, mostrándome la novela de Timur Vermes titulada “HA VUELTO.” Con humor negro, de éxito en Europa, Hitler resucita como demagogo de masas por televisión. Abrimos los ojos sobre nuestros ‘fuhrercitos’ tropicales, barbados, bigotudos como Stalin, carilavados como Goebbles, pero sibilinos y con ojos de serpiente, o morenos rubicundos con gorra de béisbol, o hablado aymará, y otros con Ph. D. Mi amigo también lo tiene en ciencias de la comunicación, especializado en marketing político y electoral de la Universidad de Leipzig. De descanso sabático por estos andurriales, me da sopa y seco en estas faenas políticas, por lo que le dije que no me la montara, que más bien se diera cuenta que quien había llegado a Colombia, o nunca había desencarnado de cierta mentalidad de mercadeo político, era Goebbles, como maestro del rumor y la calumnia, que de vez en cuando resucita en sus hijos adelantados, pero con la diferencia de que ganan billete a costillas de su mentor nazi. Y fuimos dilucidando la estrategia del ministro alemán.

Después de explorar la lectura de Goebbels y sus principios propagandísticos, de Leonard W. Dobb, me comentaba mi amigo que le daba rabia que no pensáramos en el significado profundo de las estadísticas que dicen que el 97% de los colombianos no quieren a las Farc, lo que da 40.635.000 potenciales enemigos, restado el 3% de 45 millones, y que muchos se traguen la ‘simplificación del enemigo único’ de Goebbles, usada contra Uribe y en Alemania  contra los judíos.

Me hacía ver Amadeus (llamémoslo así por seguridad) que hablar de ‘oposición’ es una manipulación instalada por los vendedores de marketing político, pues esa palpitante realidad humana representa múltiples adversarios o componentes, con intereses diferentes de carácter social, humano, cultural, personal, generacional, histórico, de género, etc., que quedan reducidos al unanimismo de una palabra, oposición, que, subliminalmente, representa una fuerza física, solamente. De esa manera el interés político del manipulador sortea la contundencia de una realidad sistémica, minimizándola porque sobrepasa al concepto ‘gobierno’, ‘Estado.’ Por lo que, la verdadera tarea de la llamado oposición, no es solamente la militancia política, sino la creación de una nueva cultura que le dé cabida a lo mejor de todos, denunciando lo peor.

Me explicó Amadeus el Principio de la Transposición con el que se carga sobre el adversario los propios errores o defectos. Si Santos se ha llamado traidor, de manera consciente o simbólica, su defensa o racionalización sicológica es cargarles a sus adversarios el remoquete de ‘enemigos de la paz.’ Eso hacía Hitler con los judíos, transformando, mediante la exageración, cualquier anécdota en amenaza grave. Un ejemplo. El lanzamiento oficial de la oposición política a Santos en El Nogal se presentó como catastrófico por algunos medios. Pura estrategia del nazi Goebbles.

Identificamos el principio nazi de la vulgarización para el engaño. La propaganda de desprestigio debe adaptarse al menos inteligente de los individuos. Ejemplo: El partido de la U, representa a Uribe. La masa olvida fácilmente o no conoce el proceso del Centro Democrático para evitar la confusión.

Siguiendo las directrices de Goebbles Santos evita el debate público, pues suscitaría respuestas que comprometen o se pueden verificar.

Decía Goebbles “El material de la propaganda enemiga puede ser utilizado en operaciones cuando ayude a disminuir el prestigio de ese enemigo, o preste apoyo al propio objetivo del propagandista”. En contraposición a lo recomendado por el alemán, Santos escogió compartir escenario con las Farc, por lo que su cercanía lo va a estar salpicando ineludiblemente, obrando en contra suya con cada accionar de las Farc. Eso es lo que le sabotea el proceso; no lo que dice, sino lo que vemos.

“La propaganda negra debe ser empleada con preferencia a la blanca cuando esta última sea menos creíble o produzca efectos indeseables.” La propaganda negra es aquella cuya fuente o pruebas se ocultan o manipulan desde la respetabilidad de un medio. En ese sentido dicha propaganda tiene patente de corso en el periodismo, amparada por la libertad de expresión. Decir algo verosímil de alguien sin pruebas hasta convertirlo en ‘verdad’; estos propagandistas negros son hijos putativos del ministro alemán. Pero también está el sordo que escribe lo que confidencialmente le cuenta el ciego, quien es corregido en los cocteles por el tonto del club, escrito que plagian los colegas de los periódicos y que reproducen en el extranjero. Por eso los foráneos se quedan lelos cuando llegan a Colombia que no se parece en nada a lo que creían.

Veamos lo que decía Goebbles sobre el ejército: La propaganda dirigida a la retaguardia debe evitar el suscitar falsas esperanzas que pueden quedar frustradas por los acontecimientos futuros. Santos hace lo contrario, pues  se dice por una parte: ‘El ejército no se va a tocar,’ pero el veneno es que esa posibilidad se está discutiendo con el enemigo natural del ejército sin la participación de éste o creando dudas sobre su representante, luego el efecto es la desmoralización.

Y en relación con el ‘plato fuerte’ de la paz, estudiemos lo que decía el Maquiavelo alemán: “Sólo la credibilidad debe determinar si los materiales de la propaganda han de ser ciertos o falsos.” Credibilidad supuesta tiene el equipo de gobierno que enfrenta la mentira delimitada por el tiempo y las probabilidades morales de las Farc; en ese sentido, ‘todos queremos la paz’, ‘hay que parar el baño de sangre’ se comportan como  mentiras útiles, no porque alguien quiera mentir, sino porque ‘los materiales de propaganda’ no son de papel, ni ruido en la radio, o imagen en la TV, sino que esos ‘materiales’ son personas, intereses electorales, dudosas promesas de poder político, conductas, miedos, voluntades vacilantes, etc. A lo anterior agreguemos la orquestación de: “Los diálogos van por buen camino”, “aquí no hay paro campesino”, “Colombia responderá fuertemente contra el fallo de La Haya”, “El mayor enemigo del país es Uribe”, etc. mentiras  que repite a diario, como Goebbles, y que muchos admiten, y entenderemos entonces los aplausos de la senadora PadméAmidala, pues el aderezo de lo anterior es lo que vivimos, pero conceptualizamos como decadencia cuando en realidad es el marxismo cultural o la subversión contra los valores occidentales como la familia, religión, género, raza, e incluso el arte, el buen gusto estético, disfrazados con diferentes eufemismos que hacen de corifeos de una supuesta intelectualidad de avanzada para hacer de la cultura o el sistema el mayor factor de opresión de la sociedad, por lo que, criticando cada uno de sus aspectos, características e instituciones, el marxismo cultural espera que ese sistema se derrumbe, constituyéndose así en la fácil antesala de la criminalidad rampante que ayuda a su avaricia de poder. Una valla en la carretera de Gijón, España, en 2008 desplegaba de manera contundente la propaganda de ese marxismo cultural: “Soy puta, soy negro, soy moro, soy marica, soy sudaca, soy mujer, el diferente eres tú, ¡IMBÉCIL!” Agreguémosle: “Soy ateo, soy abortista, soy narco, soy corrupto, soy terrorista, ¡y qué! Quiero la paz, el gobierno, el Estado, a mi manera.” Goebbles, Marx y Lenin han hecho esto posible.

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