La bonanza se marchita

El Nuevo Siglo,  con la responsabilidad y compromiso con la defensa de la riqueza nacional que acostumbra, advirtió a tiempo y en numerosas oportunidades sobre la importancia de manejar con  prudencia  y visión, los recursos del petróleo y, en general, de la minería. Las gentes suelen creer por aquello del nombre de “regalías” que éstas deben ser regaladas, despilfarradas, como un maná que ofrece la naturaleza y que los pueblos o los gobiernos pueden dilapidar a su antojo.

Para ilustrar el significado de la gravísima equivocación de malgastar los recursos petroleros pusimos el ejemplo de Venezuela, país hermano en el cual Arturo Uslar Pietri, uno de los escritores más notables de Hispanoamérica, denunció en su país el fatal error de dilapidar las regalías petroleras. Él hizo prosperar la consigna de “sembrar el petróleo”, tema sobre el cual escribió brillantes escritos para intentar convencer a sus compatriotas de invertir de manera adecuada esos multimillonarios recursos en educación, infraestructura y desarrollo. Sobra decir que los politiqueros de entonces no le hicieron caso. Uslar Pietri, quien tenía un prestigio inmenso como escritor y hombre de inteligencia superior, se lanzó solitario a la lucha por la Presidencia para alcanzar el poder y convertir a Venezuela en un país desarrollado sembrando el petróleo. Su figura y su verbo, obraron milagros y amenazaba llegar al poder, entonces los dirigentes de los partidos antagónicos se unieron para impedir su victoria. Otra sería la historia si el gran hombre hubiese dado un vuelco a la política venezolana.

En menor escala, las admoniciones de El Nuevo Siglo  no tuvieron la acogida que debiera entre la clase dirigente y los políticos nacionalistas, por lo que el despilfarro, los malos manejos y la falta de una verdadera política petrolera, determinaron que siguiésemos invirtiendo  mal y despilfarráramos las regalías, con raras y pocas excepciones. En los municipios petroleros se enriquecieron unos cuantos alcaldes e intermediarios, en tanto la población vivió breves bonanzas para volver a la miseria. Hasta los grupos violentos mediante la extorsión se lucran con las regalías, exprimiendo a los contratistas. Lo mismo se repite con el carbón y otros minerales, por la destrucción del ecosistema y los enfermos por la contaminación. Hoy la minería ilegal, según estudios confiables, financia a los subversivos superando los ingresos de la coca.

Es verdad que los tiempos de la bonanza petrolera se marchitan, pero no se acabarán los ingresos del sector. Colombia tiene reservas importantes y de seguro se presentarán nuevos hallazgos de crudo, que se demorarán dado que sacar el hidrocarburo colombiano es más costoso que en otros países. Lo que torna más dramático el llamado a sembrar el petróleo.

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