LA GUERRILLERA LAURA VILLA DESNUDA A MARIA JIMENA DUZÁN Y, POR AHÍ DERECHO, AL “PROCESO DE PAZ”

No sé si la revista Semana irá a publicar la carta que la doctora, guerrillera y compañera de Pablo Catatumbo, Laura Villa, envió a María Jimena Duzán. Desde cualquier ángulo que se la mire, merecería no ser engavetada: estilo impecable, coherencia conceptual, contundencia argumentativa… ¡Esperemos a ver, dijo el ciego…!

Sea porque se publique, sea porque no, diseccionemos el documento y pongámoslo a consideración de los lectores de www.pensamientocolombia.org :

Mi primera impresión cuando leí la entrevista fue exactamente la que describe la guerrillera y doctora en su carta. Arbitrariamente, la Duzán la llamó “exguerrillera”, con lo que la descalificó ante sus colegas del terrorismo (“eso es un insulto para mí”, dijo Laura). ¿Sabía la Duzán lo que ello podría implicar? Los estatutos de las Farc establecen la pena de fusilamiento para los desertores.

Y, sí: como dijo indignada la médica “fariana”, la Duzán, injustamente, terminó describiéndola como una “guerrillera frustrada que actúa en la Mesa de Diálogos, sin mayor formación, como chapoteando en un mar de incertidumbres”. Eso fue una manipulación. ¿Qué duda cabe?  Laura ni es exguerrillera ni está frustrada. Al contrario, sabe muy bien lo que quieren las Farc y el papel que ella misma cumple en la realización de los planes de la organización. Por eso calificó la publicación (con toda razón desde su punto de vista, que es el “fariano”) como “otra manipulación mediática. Propaganda política contrainsurgente y con carácter de clase en favor del dominante bloque de poder neoliberal”.

La guerrillera es perspicaz y dice sin tapujos lo que muchos otros entrevistados pensaron al leer la entrevista que le concedieron ingenuamente: “peligrosa mujer María Jimena. Ella sabe organizar su(s) farsa(s) (…) no tiene rostro sino careta; y bajo la máscara de atenta mujer conversadora, que sólo busca charlas desprevenidas, casi amistosas o de extraña curiosidad filosofal, va armando conversaciones difusas, impulsadas por adulaciones hipócritas entremezcladas con afirmaciones-preguntas infundadas, que apuntan a presionar respuestas que se acomoden a sus hipótesis aviesas. Después, según se ve, terminan convirtiéndose en textos acomodados a manera de entrevista que desechan lo esencial, las verdades que más interesan al entrevistado, los contextos que dan sentido a lo que éste siente y sueña, las razones por la causa a la que entrega su vida, para convertir todo en falacias atiborradas de fragmentos sacados del discurso con las pinzas de la malintención”.

¡Uyyy! ¡Vaya, vaya! ¡La guerrillera se las trae y sabe cómo decir las cosas!

Pero Laura es un buen ejemplo de que la rabia no es buena consejera. Le salió muy bien la requisitoria personal contra María Jimena, pero cayó en su propia red al tratar un tema esencial: furiosa, develó las intenciones de las Farc en el proceso de paz, que son, efectivamente, intenciones muy contrarias a las que Juan Manuel Santos, Humberto de la Calle y su muñeca de ventriloquia, María Jimena, dicen que ellas (las Farc) tienen. Me explico.

María Jimena dice que Laura Villa se desmovilizó (por eso es exguerrillera) y da a entender que para allá va el proceso. De hecho, todo el mundo (con contadas excepciones, entre las cuales me encuentro), creen que vamos a ver una fila de miles de farianos entregándole el arma a un funcionario del gobierno. Laura dice que no. Que eso ni riesgos. Incluso lo expresa con sentimiento: “María Jimena (y Santos y De la Calle) quiere(n) (para) los jóvenes, hombres y mujeres, que luchan con heroísmo en las montañas de Colombia, el camino de la desmovilización”.

¿Desmovilización? ¡Mamola! Laura no se va por las ramas. Sin tener en cuenta a la prudencia como consejera y a la hipocresía como mampara (las que sí caracterizan a las intervenciones de Iván Márquez), Laura nos aconseja no seguir creyendo en “criterios subjetivos y arbitrarios” o en juicios que “escoge e inventa” María Jimena, la principal aduladora del “Proceso de Paz”.

¡No! Laura nos recomienda, más bien, que leamos la opinión verdadera sobre ese “proceso de paz”. Y, ni corta ni perezosa, entra y nos dice cuál es la realidad del tal proceso. Oigámosla:

“en la Mesa hay dos visiones contrarias: la del gobierno, la cual al servicio del capital busca cambiar armas por votos pero para hacer realidad sus proyectos minero-energéticos, agroindustriales y de extranjerización del territorio. La otra posición es la de la guerrilla, la que yo comparto y defiendo con convicción, sencillamente porque  es la posición que defiende a las mayorías, con objetivos claros como el de la reforma agraria integral, los cambios profundos en la estructura del Estado, la reforma política, la reforma a la  justicia y al sistema electoral, entre otros”.

Exacto, Laura Villa. El proceso de paz consiste en una arremetida política del Socialismo del Siglo XXI, que es contrario al sistema de libre empresa. Las Farc saben a qué se atienen y cuáles son las posibilidades reales de ese proceso. Pero le están sacando todo el jugo posible: legitimación internacional, contactos con aliados políticos, transacciones para financiación, rearme, parar las deserciones, incrementar los reclutamientos, generar nuevos apoyos internos…

Azuzada por la malevolencia de la Duzán, Laura Villa, imprudentemente, nos anticipó el resultado final de los diálogos. Oigámosla nuevamente:

“Fui clara en explicarle  mi apreciación política del proceso, que quedaban bastantes temas pendientes y que estos solamente se podían resolver a través de una Asamblea Nacional Constituyente”.

Es decir, nada de que habrá acuerdos para marzo, como dan a entender los agentes gubernamentales. Y miren con lo que sigue Laura:

“Respecto a mi expectativa (modesta la Laura, eso es lo que piensan las Farc) frente a un posible acuerdo, pensaba que era bastante difícil concretarlo por la actitud mezquina del gobierno, por su práctica de actuar con unilateralidad, poniendo obstáculos el marco jurídico y el referendo; le expresé también, que quien realmente estaba sosteniendo el proceso era el pueblo colombiano”.

Esa es la almendra de la carta. Después vienen elucubraciones sobre si el pueblo colombiano elegiría o no a “Timochenco” o sobre sus propias expectativas de poder. Se ve muy convencida y nada derrotista. Uno siente que ellos, los farosos, creen firmemente que estarán gobernando a Colombia en pocos años. Y, a fe que Juan Manuel Santos ha hecho todo lo posible para que ello ocurra.

La siguiente es copia completa de la carta de Laura Villa:

*LA “ENTREVISTA” DE MARÍA JIMENA DUZÁN A LAURA VILLA: OTRA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA*

*Señores revista Semana. La presente para lo siguiente:*

Diré de entrada que la “entrevista” a la que me refiero en el título de este texto me parece un libelo de propaganda política contrainsurgente.

Sin duda el escrito hace parte del trabajo de los medios para construir “realidades” ficticias a través de la manipulación de la información, revelando su carácter de clase en favor del dominante bloque de poder neoliberal.

Peligrosa mujer María Jimena. Ella sabe organizar su farsa: diseña su versión de la guerrillera frustrada que actúa en la Mesa de Diálogos, sin mayor formación, como chapoteando en un mar de incertidumbres, para contraponerla a la imagen de la mujer negociadora del Gobierno que la misma gran prensa ha mostrado con bombos y platillos como exitosa, preparada, y respaldada.

María Jimena, no tiene rostro sino careta; y bajo la máscara de atenta mujer conversadora, que sólo busca charlas desprevenidas, casi amistosas o de extraña curiosidad filosofal, va armando conversaciones difusas, impulsadas por adulaciones hipócritas entremezcladas con afirmaciones-preguntas infundadas, que apuntan a presionar respuestas que se acomoden a sus hipótesis aviesas. Después, según se ve, terminan convirtiéndose en textos acomodados a manera de entrevista que desechan lo esencial, las verdades que más interesan al entrevistado, los contextos que dan sentido a lo que éste siente y sueña, las razones por la causa a la que entrega su vida, para convertir todo en falacias atiborradas de fragmentos sacados del discurso con las pinzas de la malintención. María Jimena logra su propio personaje de ficción, pero con los peores propósitos de la guerra sicológica.

Durante la “entrevista” primero me muestra con el rótulo de exguerrillera (lo cual es un insulto para mí) atendiendo a su propia urgencia estipendiada de sugerir  a los jóvenes, hombres y mujeres, que luchan con heroísmo en las montañas de Colombia, el camino de la desmovilización. De inmediato, desconociendo mi condición de médico titulado, pone sus mentiras en mis labios para convertirme  en la estudiante que no terminó su carrera, cuyo sueño es seguir estudiando para recuperar el “tiempo perdido”. Debería tener un poco de pudor y al menos no haber colocado sus invenciones como argumentos míos.

Bajo criterios subjetivos y arbitrarios escoge e inventa juicios para crear la fábula que mejor se acomode a la tarea de cancerbero del statu quo que le imponen sus amos; pero no colocó,  por ejemplo, mi opinión sobre el proceso de paz, mi explicación clara y precisa de que en la Mesa hay dos visiones contrarias: la del gobierno, la cual al servicio del capital busca cambiar armas por votos pero para hacer realidad sus proyectos minero-energéticos, agroindustriales y de extranjerización del territorio. La otra posición es la de la guerrilla, la que yo comparto y defiendo con convicción, sencillamente porque  es la posición que defiende a las mayorías, con objetivos claros como el de la reforma agraria integral, los cambios profundos en la estructura del Estado, la reforma política, la reforma a la  justicia y al sistema electoral, entre otros.

Fui clara en explicarle  mi apreciación política del proceso, que quedaban bastantes temas pendientes y que estos solamente se podían resolver a través de una Asamblea Nacional Constituyente. Y agregué que respecto a mi expectativa frente a un posible acuerdo, pensaba que era bastante difícil concretarlo por la actitud mezquina del gobierno, por su práctica de actuar con unilateralidad, poniendo obstáculos el marco jurídico y el referendo; le expresé también, que quien realmente estaba sosteniendo el proceso era el pueblo colombiano. Pero parece que nada de esto le interesaba a la doña.

Ella me indagó en tono de afirmación sobre que por datos de encuestas se sabía que los colombianos no querían que la guerrilla ejerciera la política, en torno a lo cual le expliqué que eso correspondía a una matriz  mediática, que obviamente nadie iba a gritar a los cuatro vientos su intención de voto por Timoleón Jiménez porque eso  en Colombia el terrorismo de Estado no lo perdona, pero que le preguntara a cualquier ciudadano sobre temas como el desempleo, la pobreza, el sistema electoral, el congreso, el desempeño de los Presidentes, a ver si se sentían identificados con estas políticas y la conclusión palpable sería la del descontento popular.

Agregaría, entre tantas otras cosas de importancia para el país, no chimes y falsedades sobre asuntos personales, que ante la eventualidad de un acuerdo mis proyectos particulares son lo de menos, porque ser guerrillero implica despojarse de todo interés personal para encaminarse hacia una transformación social, y en ese sentido, más allá de pensar el futuro en función de alguna actividad personal, mi interés principal es ocupar un espacio al servicio de la sociedad. En la guerrilla uno se despoja de pensamientos individualistas y se proyecta más hacia el colectivo, fue la lección que traté de darle a María Jimena. Al parecer no la aprendió.

Aunque tengo claridad de que la democratización de los medios solamente se podrá conquistar democratizando la sociedad, y que esta se logra a través de la acción organizada y decidida de las masas, aspiro a que esta necesaria réplica contribuya en algo. Ojalá  María Jimena, usted le dé a esta nota la misma difusión que a la suya. Si mal no estoy, esto tiene que ver mucho con la cacareada ética periodística.

Laura Villa – Guerrillera de las FARC-EP

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