La lección del que manda en la crónica de una persecución anunciada o el teatro de sombras chinescas

Cuando yo uso una palabra–insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso–quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.

La cuestión–insistió Alicia–es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

–La cuestión–zanjó Humpty Dumpty–es saber quién es el que manda…, eso es todo.

Diálogo entre Alicia y Humpty Dumpty, Lewis Carrol, Alicia en el país de las maravillas.

El 19 de mayo de 2014 denuncié en este blog  “La prueba reina de las metidas de pata en el montaje de Semana revelada por la revista misma” en relación con lo presentado por la publicación en su edición 1672, a la que se refirió Óscar Iván Zuluaga a través de RCN el 18 de mayo de 2014  cuando afirmó que el video revelado por Semana era un montaje.

En las semanas siguientes se fue develando el montaje con la Fiscalía como actor esencial junto con Semana y el socio español del hacker. Sin embargo, en su edición 1708 del  25 de enero de 2015 Semana se ‘lava las manos’ al tomar distancia sobre la charada que inició cuando desde la portada pregunta desde una objetividad periodística inexistente: “¿Justicia o persecución?” refiriéndose al llamado a interrogatorio de Óscar Iván Zuluaga y su hijo David por parte de la Fiscalía. La punta de lanza es la misma María Jimena Duzán en su columna “La Voz” quien en mayo de 2014 atacaba a Zuluaga y ahora la emprende contra el Fiscal porque según ella el caso se le desbarata a Montealegre por su afán de protagonismo que se ha traducido en mucho ruido y pocas nueces.

Como de costumbre María Jimena Duzán es manejada a control remoto y no se da cuenta. ¿O es consciente de la jugada sucia? La metodología es precisamente ‘producir ruido’, desinformar, en el momento justo, contra los objetivos señalados, llenarlos de miedo, para que esa cortina de humo estratégicamente distraiga los diferentes ‘enemigos’, léase: los implicados mismos de los diferentes casos de la Fiscalía, y la opinión pública, pues al quedar posteriormente ‘técnicamente‘ absueltos se disuelve el escándalo que siempre perjudica al régimen, y los ‘presuntos implicados,’ al respirar aliviados, se hacen los desentendidos; por otra parte los candidatos del Centro Democrático y sus electores ocupados en defender a su candidato, descuidarán el trabajo de proselitismo.

La dosis nos la repiten y nos la tragamos. En “La prueba reina” escribía: “Zuluaga, ingenuamente, le pregunta al hacker sobre el temor que tiene sobre Santos: “Andrés, entonces ¿qué golpe nos va a dar Santos de acá al 25 (de mayo) como su tabla de salvación?” Es decir, Zuluaga teme la guerra sucia de Santos, y en ese momento se está creando el material sucio para esa guerra (el video), sin saberlo Zuluaga. El golpe que teme Zuluaga es un golpe de publicidad de Santos que lo dispare en las encuestas. El hacker tranquiliza a Zuluaga, pero el que está grabando, al darse cuenta del temor de Zuluaga, concibe la idea de vender el video con el argumento de que Zuluaga teme ese golpe. Semana compra la idea y la utiliza oportunamente para intentar favorecer a Santos.” El golpe de publicidad del 2015 se llama ahora “Justicia o persecución” para el que otra vez se presta María Jimena Duzán, dirigido a distraernos del verdadero objetivo: las elecciones de alcaldes, gobernadores; y el desviar la atención de un mecanismo popular de la refrendación de los acuerdos de La Habana.

Ante la situación anterior, el mejor recurso pedagógico para entender la manipulación que nos agobia es el de las figuras de las sombras chinescas. Para el efecto óptico teatralizado (influir en la opinión) se interponen manos y objetos (intereses) entre una fuente de luz (información verdadera que manejan los titiriteros) y la pantalla o pared (expectativas, ilusiones del pueblo). Esta operación nos explica a un señor que funge como fiscal, un presidente que no lo es, un proceso de paz a la medida del cliente, una negociación a espaldas del pueblo que ocurre en la Isla de las Maravillas, unos terroristas que fingen ser arcángeles ante una opinión que sabe que es manipulada, pero que desconoce los intríngulis de las sombras chinescas que hoy  llamamos desinformación.

¿Por qué se puede hablar sin escrúpulos de una persecución política y no pasa nada en Colombia o Venezuela? Porque los medios no contextualizan los hechos. Esa es la nueva censura: ves y oyes el noticiero, pero no comprendes, aunque digan que contextualizan. ¿Qué es contextualizar? Presentar los antecedentes que explican los hechos, hacer comparaciones, entrevistar a expertos, buscar la información en fuentes originales, no en las terciarias, utilizar bibliografía especializada sobre el tema o el uso de medios alternativos y comunitarios. Por lo tanto, si no conoces el problema  en profundidad, en conexión con tu vida real, no comprendes, olvidas. Si olvidas tus neuronas no hacen conexiones; es decir, te embruteces políticamente para mantener el status dominante. La ‘revelación’ de Humpty Dumpty nos dice que nos embrutecemos políticamente porque en realidad no sabemos quiénes son los que mandan en Colombia; es decir, los que conforman la opinión pública que baila al son de intereses especiales, haciendo que  las palabras no signifiquen lo que define el diccionario, manejando entonces todo un embrollo contrario a la verdad que, como en las viejas órdenes de misterios, solo los iniciados conocen. Por eso, creyendo saber quiénes mandan, no podemos entender que le hagan el juego a quienes han prometido destruir sus intereses.

¿O serán los mismos iniciados de la Orden de la Rosca en roles diferentes?

En realidad ¿qué carajos le importa a un ricachón ‘negociar’ con un terrorista, poniendo en riesgo una mínima parte de su fortuna, si lo significativo está fuera del país? ¿Qué pasó en Venezuela? El capital humano de PDVESA se vino para Colombia y los ricos se las ingeniaron para sacar sus fortunas. Entre los predadores castro-chavistas y la huida de los que producen quedó un cascarón vacío que batalla para sobrevivir. Esa es la lección de que ‘gobernar’ tenga el significado del que manda, no el de la Constitución. Ya sabemos qué es eso: Dictadura con el librito azul de Chávez o el rojo de Mao, con el que se bendice a las multitudes embelesadas por el histriónico de turno.

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