La recuperación del Catatumbo

“Acciones guerrilleras debilitan la confianza ciudadana”

La situación que se vive en el Catatumbo constituye un escenario que tiende a escenificarse en otras regiones del país y podría afectar directamente el desarrollo de un eventual posconflicto en Colombia. Se caracteriza por albergar la suma de todas las adversas realidades que perturban a muchas otras regiones del país y que inciden en la violación reiterada de los derechos fundamentales de los ciudadanos. En su territorio ha crecido el área sembrada de coca de 6500 ha en el 2011, a 30.550 este año. Con ello se ha logrado concentrar en sus tierras todos los procesos de la cadena del narcotráfico, con la consiguiente presencia de todos los actores armados que se lucran de esa actividad delincuencial y que hoy ejercen control territorial y social, facilitado por una precaria presencia del Estado y de su Fuerza Pública. Nadie ingresa ni regresa de esas poblaciones sin el previo permiso de las Farc, del Eln, del Epl o de las distintas bacrim que se asientan en la región. El secuestro que padecieron Salud Hernández, Diego de Pablos y Carlos Melo es clara confirmación de esa triste realidad y evidencia de la impotencia de unas autoridades que han fallado en su obligación de proteger la vida, honra y bienes de los ciudadanos.

Las acciones del Estado sólo han conseguido agravar la situación. La inversión pública ha sido ineficiente, cuando no inexistente por la corrupción de sus agentes. La seguridad disminuida, enclaustrada en bunkers en los que soldados y policías rezan por sus vidas, y hoy en manos de los grupos armados que la dispensan de acuerdo con sus intereses de control social y de réditos económicos. Toda actividad es controlada por guerrilleros y delincuentes a los que rinden los pobladores atemorizada o complaciente obediencia. Todos ellos, y en especial los elenos, son atentos observadores de lo que se acuerda en La Habana y piensan valerse del criterio de que la paz prevalecerá sobre las exigencias de la justicia, la verdad y la reparación.

Todo ello provoca un creciente debilitamiento de la confianza ciudadana en los componentes de la paz que parecen emerger de los diálogos de La Habana. Las palabras ya no convencen y la gente espera acciones que reviertan el escepticismo generalizado que embarga a los colombianos. El rescate del control territorial del Catatumbo y de los derechos de sus ciudadanos, sería el punto de partida de un proceso semejante.

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