¡LA VICTORIA DE LOS MAESTROS!

El pasado 5 de Mayo el magisterio colombiano ha obtenido un importante triunfo en la lucha por dignificar la profesión de los maestros Colombianos. Más de 300 mil trabajadores de la educación se tomaron las calles de la nación y obtuvieron el respaldo y la simpatía de la absoluta mayoría de compatriotas, quienes consideramos que el presidente de Colombia Juan Manuel Santos pretendía traicionarlos impunemente. Los trabajadores de la tiza y el tablero habían sido llevados a votar por su reelección en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de junio de 2014, por una decisión mayoritaria del Comité Ejecutivo de Fecode, bajo las banderas de la paz con las Farc, que hoy se burlan del prestidigitador y la generosidad de los colombianos. Grave antecedente éste para el movimiento sindical que desde el establecimiento del Frente Nacional no había sido conducido de la ternilla a votar por quien los engañaría finalmente, conocidos sus antecedentes.

Santos había sido llevado al programa de Fecode para que hiciera sus promesas. Y las hizo. Prometió un digno aumento de salarios, una evaluación consensuada y direccionada a favorecer una mejoría de la calidad en la educación y darle solución a la necesidad de una mejor y pronta atención médica. Esto no tenía precedente en el movimiento obrero y el sindicalismo colombiano, pero los mamertos y sus aliados no pararon mientes en su afán de reelegir a su protector. Santos no contaba con la historia de lucha de los maestros colombianos por sus derechos y por la educación pública. El presidente Santos, pro mamerto de la oligarquía santafereña, enemigo histórico de los trabajadores y del movimiento sindical se salió de madre en sus artimañas y los trabajadores de la educación le cobraron la felonía.

No vamos a explicar el acuerdo, el cual conocemos en su integridad. Lo que me interesa en esta columna es exaltar la hidalguía de los trabajadores de la educación y reconocer que la dirección de Fecode actuó deponiendo intereses partidistas y colocando como único objetivo las justas exigencias del conglomerado de hombres y mujeres dedicados a educar a nuestros niños, muchas veces y en innumerables oportunidades sin contar con las locaciones necesarias para tan plausible tarea. No podía pasar la traición anunciada de don Manuel ni la prepotente actitud de Doña Gina, quien, sin conocer lo que puede la movilización de los colombianos, confundió la lucha de los trabajadores con un "weekend" en una de nuestras playas.

Quienes como yo debemos nuestra formación como dirigentes de la izquierda al movimiento obrero y sindical, nos reconforta esta liza y sus resultados. Hoy, como desde hace 45 años cuando fundamos el Moir, nos oponemos a los métodos del terrorismo, la extorsión, el chantaje y el secuestro de los iluminados farianos y estamos por una solución negociada que permita a los terroristas abandonar su alucinada táctica y facilitar a los obreros y trabajadores que se pongan, con una táctica similar a la de hoy, al frente de los anhelos por construir una nación auténticamente democrática. Mi respaldo al expresidente Uribe concuerda con estos anhelos y los maestros deben aprovechar su éxito de hoy para reflexionar sobre asunto tan delicado para el futuro de Colombia.

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