Lo que Santos no querría que leyeras

“La Captura y Reconfiguración Cooptada del Estado Colombiano” es el título del libro de Luis Jorge Garay Salamanca que Santos no querría que leyeras. Escrito en compañía de Eduardo Salcedo Albarán, Isaac de León Beltrán Y Bernardo Guerrero, publicado en septiembre de 2008, auspiciado por Transparencia por Colombia nos ilustra el porqué de los diálogos habaneros. Le metí el diente a raíz de un comentario que Garay hizo en una entrevista con Juanita León, publicada el 14 de Abril de 2016, “Los acuerdos de La Habana básicamente son un acuerdo de élites” en la que suelta esta perla: “Los acuerdos de La Habana básicamente son un acuerdo de élites. Las élites del poder y las Farc hacen un acuerdo para que esas élites puedan funcionar coordinadamente…” Lo que Garay asevera en el 2016, lo había vislumbrado como imposible en el 2008 cuando definía en la página 96 del libro: la “Reconfiguración Cooptada del Estado” como: 

“La acción de organizaciones legales e ilegales (Voces de la Paz, Congresistas, desmovilizados, BACRIM) que mediante prácticas ilegítimas buscan modificar, desde adentro, el régimen político (posiciones de poder como el Congreso, Cortes, que determinan las reglas, patrones, estrategias, canales y recursos de acceso o exclusión para lograrlas) de manera sistémica e influir en la formación, modificación, interpretación y aplicación de las reglas de juego y de las políticas públicas, para obtener beneficios sostenibles y lograr que sus intereses sean validados política y legalmente, y legitimados socialmente en el largo plazo, aunque éstos no obedezcan al interés rector del bienestar social.”

Y aseveraba, mostrando incredulidad, que “Si bien una situación extrema como ésta constituye más un escenario teórico que una realidad práctica, especialmente ante las nuevas condiciones desarrolladas en la globalización en diversas instancias como la justicia…” Garay no contaba con Santos, Enrique Santiago, la mermelada, ‘El Secretariado Secreto’ de las Farc o PCC que funciona en Bogotá y medios proclives para que la ‘neutralización’ de la justicia internacional frente a tal escenario fuera algo risible, y una realidad temida a corto plazo. Y lo trágico es que la inmensa mayoría de los colombianos todavía ven la captura del poder por parte de las Farc como algo lejano, pues seguimos viendo a esa organización a través de los lentes de la guerra política de hace 50 años con insurgencia, paramilitares, infiltración, diplomacia de guerra fría, desintegración forzada, golpe de estado, etc. y no como una estrategia actualizada de la mejor metodología de los grupos secretos.

Y continúa Garay: “Ahora bien, las implicaciones del uso de la Captura del Estado pueden alcanzar el debilitamiento institucional e, incluso, la redefinición, (como lo pretendieron los paras en Ralito) o suplantación de intereses del Estado. Por este motivo, puede plantearse la posibilidad de que un(os) grupo(s) de interés eventualmente pudiera(n) alcanzar un nivel avanzado de captura del Estado, en la medida en que lograra(n) DISMINUIR DRÁSTICAMENTE SU EXPOSICIÓN PENAL y rechazo moral como resultado de una profunda INFILTRACIÓN del Estado e influencia en ámbitos decisivos de la sociedad y, a la vez, alcanzar suficiente legitimización social y moral como requisito para ostentar su condición de ciudadanía social. … “

La disminución drástica de su exposición penal se puede ver en la JEP, la discreción tanto en el ejército como la policía sobre ‘el trato’ debido a las Farc, un comienzo de legitimización, y la campaña ramplona de ‘reconciliación y perdón’, como el intento de la legitimización social y moral para justificar ‘como sea’ los pasos políticos para el acceso al poder y la toma del estado.

En vista de lo anterior un Grupo de 14 firmas publicó en Periodismo sin Fronteras, lo siguiente: “Nunca se ha abordado en el CD la discusión sobre las formas que debe adoptar la resistencia ciudadana contra Santos. Sin embargo, falta algo decisivo. La movilización popular no ha estado a la altura de las rupturas que está viviendo la democracia colombiana. Por lo que “Hay que pasar a la acción” solicitándole al Centro Democrático ampliar la resistencia contra los planes Farc-Santos.” Además de lo anterior la Registraduría aceptó el realizar un referendo revocatorio contra Santos.

Por ese motivo la nueva lucha política que se plantea con la cortina de humo de la paz, nada tiene que ver con amnistías, dejación de armas, ni cosas por el estilo, sino con la neutralización de una política soterrada. Por ese motivo, las siguientes sugerencias, si bien no constituyen una estrategia acordada van dirigidas a no permitir la captura del estado por parte del enemigo declarado del país, cuya ‘nueva’ condición de contradictor político, no cambia su esencia.

1. Ser muy conscientes del sistema judicial, los procesos que manejan, e impulsar el nombramiento de jueces no corruptos. Pues el sistema judicial se ha utilizado como punta de lanza para neutralizar a los enemigos de la dictadura.
2. Organizar medios no corruptos y poner a la gente de acuerdo en que la neutralización del secuestro del estado debe movilizar a una opinión consciente en ese sentido. El drama, la música, y la comedia pueden ser medios más eficaces. 
3. Los titiriteros de la élite que actúan de buena fe pueden ser convencidos para emitir instrucciones que enmienden la ceguera sobre la toma de decisiones basadas en una vieja visión política del comunismo. Como parte de su política de corrupción del estado, ellos trabajan en la manipulación de elecciones y ahí hay que confrontarlos. Así se rompe el bloque corrupto del gobierno actual, no perdiendo de vista que son, en esencia, una fuerza contraria a los más altos intereses patrios.
4. Una campaña organizada para denunciar a muchos altos funcionarios corruptos a la vez, podría lograr que muchos de ellos sean remplazados con personas que están realmente del lado de los verdaderos intereses del país. 
5. Llevar a la policía y al ejército a una cultura, que se niegue a atacar a los civiles y en cambio neutralice a los políticos corruptos. Sería la clave del éxito en Venezuela, por ejemplo. 
6. Campaña cibernética. Buscar la influencia y el control de los medios de comunicación, o sistemas informáticos de toda índole, de tal manera que se deshagan de los funcionarios corruptos. Hay muchas opciones aquí. Si se puede controlar cualquiera o todos esos tipos de sistemas a un grado suficiente, hay muchas maneras posibles de efectuar una revolución política sin sangre. Su efectividad depende de cómo se conceptualiza su impacto y se direcciona hacia el público. 
7. Si estas estrategias se convierten no solamente en un asunto de campaña, sino de identidad de partido se podrá consolidar entonces una verdadera conciencia de oposición que forme y defienda un nuevo gobierno.

La anterior es exactamente la estrategia de neutralización que utiliza el gobierno contra la oposición, en la que los actores ilegales pueden ahora ser aliados, pues en este momento la Captura del Estado aspira a involucrar muchos sectores en el largo plazo. Puede exceder la esfera de lo económico, sobre todo, cuando se amplía el tipo de actores interesados en capturar y cuando se reconoce que en Estados de Derecho no consolidados, los actores ilegales son también potenciales captores. (Diferentes a los grupos económicos y partidos políticos tradicionales que conforman la otra élite de la que habla Garay) A su vez estas consideraciones permiten reconocer que los procedimientos de captura van más allá del soborno y que los objetivos van más allá del favorecimiento económico. En estos casos los objetivos pueden ser el poder político (como lo han dicho las Farc) la cooptación del aparato del Estado y el predominio territorial, especialmente en los niveles regionales y locales. Cundo intervienen grupos ilegales como actores captores, se potencializa el uso de procedimientos ilegales de persuasión y cooptación, como es la intimidación y uso de la fuerza.

El libro de Garay profundiza este nuevo escenario político llamado “Captura y cooptación del Estado” que al ser asociado con el tema penal de la corrupción, no permite vislumbrar su utilización como arma política que es nuestro nuevo escenario.

El capítulo 4 del libro resume la estrategia que estamos empezando a ver con las pretensiones de las Farc como un actor renovado y que Garay tituló: “La búsqueda mafiosa de la Reconfiguración Cooptada del Estado en Colombia” basado en una historia de aprendizaje sobre la intervención de los paramilitares.

1. Primera fase: Participar directamente en el Congreso de la República.

2. Segunda fase: Infiltrar el proceso de Elección del Presidente de la República.

3. Tercera fase: Influir y condicionar la elección de congresistas y el desarrollo de la Parapolítica.

4. Sin embargo en la página 117 añade: “Finalmente vale la pena analizar que aunque aquí se ha analizado la tercera etapa de aprendizaje a la luz de los grupos narco-paramilitares, principalmente de aquellos que en algún momento estuvieron relacionados con las Autodefensas Unidas de Colombia, no se descarta la posibilidad de que ese mismo procedimiento de Captura/Reconfiguración Cooptada del Estado se haya dado (o se dé) como resultado de la influencia de actores subversivos como las FARC o el ELN. Esta posibilidad aumenta en la medida en que sea mayor el dominio y poder de estos grupos en el nivel local y regional lo cual parece condición indispensable para la dinamización del proceso.

5. A lo anterior agreguémosle la siguiente información que proviene del capítulo ‘Días de conspiración’ del libro ‘MI Confesión – Carlos Castaño revela sus secretos,’ escrito por el periodista Mauricio Aranguren Molina y prologado por Salud Hernández Mora, lo que quiere decir que son testigos vivos. El capítulo narra el encuentro que Castaño tuvo con Santos, Álvaro Leyva, (con el auspicio de las Farc) Hernán Gómez Hernández (narco) para derrocar a Samper. El mensaje de Leyva de parte de las Farc fue: “Comandante Castaño debemos comenzar zanjando odios entre la Autodefensa y la guerrilla porque si no nunca cabremos en este país. Pienso que podemos obtener tal fin por medio de una antigua relación que poseo con las FARC en mi condición de académico y que he sostenido por el bien del país. Podemos conformar un equipo donde quepamos las FARC, la Autodefensa y un grupo de colombianos con ideas importantes. El objetivo consistiría en re estructurar el Estado y pedirle al presidente que se aparte como condición para lograr la paz en Colombia.” Seguimos leyendo: “Al segundo encuentro arribó con el actual ministro Juan Manuel Santos Calderón y su periodista Germán Santamaría, el esmeraldero Víctor Carranza, Hernán Gómez Hernández. Interrumpí de nuevo a Leyva y le dije: “Si se cae el presidente Samper ¿a Quién montamos? ¿Quién lo remplazará? ¿Qué tan largo será el vacío de poder?” Leyva respondió: “El día que se publiquen los comunicados de las FARC y las Autodefensas, Juan Manuel Santos Calderón solicitará que el presidente se aparte de su cargo. Los grupos armados expresaran su voluntad de que el doctor Santos lidere el proceso de paz y adelante la Asamblea Constituyente”.

6. Por otra parte, Si el lector vio o puede ver en internet las denuncias del Coronel Mejía en el “Episodio 45 de los Informantes… You Tube” del 7 de octubre de 2014 en el que afirmó que “Decisiones importantes de las Farc se toman desde Bogotá y no en la selva y que políticos, jerarcas de la iglesia, funcionarios y empresarios formarían parte del secretariado alterno de las Farc” será un verdad de Perogrullo a la que el lector podrá llegar de que ‘la dinamización del proceso’ se está dando ante nuestros ojos, como resultado de los diálogos habaneros, sus acuerdos, y el conejo, y un ACUERDO DE ÉLITES, según la ‘suposición’ de Garay. Esas mismas afirmaciones las ratificó en su libro “Me niego a arrodillarme” publicado en abril de 2016 en el que en el capítulo10, “La venda que retiró de mis ojos el enemigo” la hija de Tirofijo, Karla, le confirmó lo que era objeto de suposición de Garay y que hoy presenciamos.

Surge entonces la pregunta guía: ¿Qué hacer cuando la legitimidad institucional está cuestionada por una dictadura en ciernes y es difícil consolidar la cultura de la legalidad con el riesgo de legitimar la ilegalidad debido a un proceso de paz disfrazado de intenciones democráticas.

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