Los herederos de Gramsci

Antonio Gramsci (1891-1937), fue un filósofo marxista, quien estudió el tema de la “Revolución Pasiva”, cuya principal hazaña consiste en la toma del poder, a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación, para que la clase dominada, se convierta en la  clase dirigente y ejercite el poder político y se convierta en una clase hegemónica.

En dicho planteamiento las clases sociales políticamente dominantes, aun manteniendo el propio dominio, dejan de ser dirigentes de todas las clases sociales, es decir, no logran resolver los problemas de toda la colectividad e imponer su propia concepción del mundo, en tanto que la clase social subalterna si logra aportar soluciones concretas a los problemas irresolutos, convirtiéndose en la clase dirigente e incrementando su propia cosmovisión a otros estratos sociales, creando un nuevo bloque social, que terminará volviéndose hegemónico, es decir, la dictadura del pueblo. Es ni más ni menos, que la revolución y toma del poder, sin disparar un solo cartucho…”antes de cambiar las cabezas hay que cambiar lo que hay dentro de las cabezas”, afirmaba Gramsci.

Como se observa, los herederos de Gramsci se encuentran por miles en el mundo occidental, después de la caída estruendosa de la URSS y después de que los chinos cambiaran su modelo y afirmaran que no importaba como fuera el gato, con tal de que cazara ratones. Alguna facción de la iglesia católica tiene sus propios seguidores, bajo el nombre de la Teoría de la Liberación y han llegado a afirmar que en la medida en que se implante el socialismo irá desapareciendo la religión. Argentina, Nicaragua, Ecuador, Brasil y Venezuela son ejemplos vivientes de las maravillas de lo que se ha denominado el “Golpe Suave”, una revolución con anestesia.

Las democracias de América Latina han venido siendo cooptadas por los herederos de Gramsci a quien Chávez y Maduro le prendieron velitas en visita a su tumba en Italia, en donde juraron que liberarían a América del capitalismo.  Ya lo decía Lenin: “Si la minoría se sometiera voluntariamente a los intereses de la mayoría popular en el poder, ésta podría poner en práctica una democracia sin límites”; tal vez por eso a quienes no aceptamos ciertas verdades introducidas con vaselina al pueblo tonto, nos llaman enemigos de la paz y de la democracia.

Todo ese canto de sirenas de los Gramscianos suena hasta bonito a nuestros oídos; lástima que la maravilla de la “dictadura del pueblo” que Gramsci llama eufemísticamente “hegemonía popular”, sea un sistema con doctorado en repartir la miseria entre las mayorías, mientras unos pocos se quedan con las riquezas que por derecho le corresponden al pueblo; sino que lo digan los boli burgueses venezolanos y de otras vecindades cuya opípara  existencia desearía el más acaudalado de los mafiosos. Un feliz día y mucha prosperidad.

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