Mauricio en el país de las maravillas

Lewis Carroll, enamoró al mundo hace muchos años con la historia de una niña llamada Alicia, que en medio de su interminable capacidad imaginativa, construía historias fantásticas, mientras hablaba sola. Un día cualquiera, Alicia se topó con un conejo que despertó su interés, lo siguió y por cuenta de su curiosidad cayó en un pozo que la condujo al país de las maravillas. Allí debió enfrentar múltiples aventuras hasta que, en medio de una situación de riesgo y amenaza, despertó del sueño.

Resumiendo abusivamente la historia de Alicia y tal vez comparándola con la realidad económica, es común que en épocas de aparente bonanza los ministros de Hacienda caigan en el mismo pozo de Alicia y se deslumbren con el país de las maravillas. No es un pecado, esto le ocurrió a los titulares de la cartera de Economía en países como Grecia, Argentina, España, Brasil, Estados Unidos, entre otros, en momentos en los cuales algunos indicadores, evaluadoras de riesgo y analistas de mercado alimentaban la fantasía que distorsionaba la realidad.

Es verdad que Colombia creció en el primer trimestre al 6,4 por ciento y que tal vez ese patrón la haya situado entre las naciones que mejor lo hicieron en el mismo periodo. A raíz de esa coyuntura, aparecieron frases grandilocuentes que fueron compartidas con el pueblo colombiano, como que “somos la economía estrella de la región”.

Reconociendo los resultados del primer trimestre, siempre es necesario tener una dosis de realidad contrastándola con los resultados del segundo trimestre y algunos indicadores.

Colombia enfrenta grandes alarmas frente a la bonanza minero-energética, debido a que hoy tenemos reservas de petróleo para siete años, la producción para los próximos periodos está en escenarios inferiores a los estimados por el Gobierno y el precio del crudo está 14 dólares por debajo de lo presupuestado en el Marco Fiscal.

Como si lo anterior fuera poco, el país está experimentado un creciente déficit de cuenta corriente que se acerca al 4,4 por ciento, las exportaciones han venido cayendo –entre el 2013 y el 2014, ya presentan una caída del 2,7 por ciento–, y para completar el panorama, la industria no despega, la Inversión Extranjera Directa ha perdido dinamismo, y, salvo construcción y obras civiles, son pocos los sectores que crecen por encima de la economía nacional.

La realidad nos muestra que existen factores a los cuales hay que prestarles atención para evitar caer en serios problemas. Lo que ocurre es que el síndrome de Alicia en el que todo es maravilloso, ha llevado a que muchos de estos síntomas se enfrenten con una reforma tributaria, que grava el ahorro, la inversión de capital, las utilidades y aprieta a sectores de la clase media, con la aspiración de mantener un elevado y petróleo-dependiente tren de gastos.

Aplicar esta reforma tributaria cuando la minería, los hidrocarburos, la industria y la agricultura pasan por momentos tan frágiles, puede llevar a que el despertar del sueño de Alicia sea el preámbulo de una gran pesadilla.

Senador de la República

 

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