Pacho, un hombre de carácter

A las personas se les califica por su talante. Quienes son débiles de carácter no merecen ser depositarios de la confianza ciudadana para ejercer el gobierno. Pacho Santos, es locuaz, simpático, carismático, pero sobre todo es un hombre de convicciones firmes.

Los largos meses que estuvo secuestrado por Pablo Escobar, no doblegaron su carácter, antes salió fortalecido del inhumano cautiverio. Así mismo, cuando tuvo que irse al exilio por cuenta de que las Farc querían asesinarlo, no claudicó ni rindió sus convicciones. Él, como millones de colombianos, es una víctima de la guerrilla y como tal ha demandado justicia, arrepentimiento verdad y garantía de no repetición. Nada de eso se contempla en las negociaciones de La Habana.

Desde el periodismo, combatió con ardentía a los criminales, sin distingo alguno. Leer su reciente libro, “Convicciones Firmes”, es un ejercicio formidable, pues nos refresca la memoria sobre los hechos más relevantes de la historia reciente de Colombia, vistos desde su óptica que es firme, sin dobleces ni maniqueísmos.

Como vicepresidente de Colombia, Pacho se la jugó a fondo en los asuntos relacionados con los derechos humanos. Estuvo 8 años yendo a diferentes rincones del mundo defendiendo ante otros gobiernos las virtudes de la Seguridad Democrática. Así mismo, enfrentó a los defensores del terrorismo que en Europa posaban de “embajadores” y que durante décadas vendieron la falsa imagen de unas Farc redentoras. Pacho Santos descorrió el velo y puso a la guerrilla en el plano que les corresponde: el de narcotraficantes y terroristas.

Gracias a su olfato y al conocimiento histórico que tiene de Juan Manuel Santos, fue uno de los primeros dentro del uribismo en advertir la traición del presidente. Y no se refería a un asunto personal sino ideológico: fue Pacho –como director de RCN Radio- quien le dio a conocer al país que el Gobierno se aprestaba a iniciar un irracional proceso de paz con la guerrilla. Sabiendo que dicha revelación le traería un inmenso costo profesional, no se arredró e hizo lo que consideró era lo necesario: hacer públicos los documentos que confirmaban los diálogos clandestinos entre el Gobierno y las Farc.

La crisis de Bogotá es de unas dimensiones enormes. La capital de la República requiere de una intervención administrativa de fondo. Los últimos 3 gobiernos distritales han destrozado las finanzas, la cohesión social, la seguridad y la infraestructura de la ciudad. El Centro Democrático, en cabeza de Pacho Santos, tiene la capacidad de reconstruir a Bogotá y devolverla al sendero de progreso del que el Polo Democrático la desvió hace muchos años.

Prueba de la coherencia y la disciplina de Pacho es la seriedad y compromiso con que ha asumido su candidatura. Cuando tenía el 2% de intención de voto trabajaba con el mismo ahínco que hoy –que está de tercero en las encuestas- lo vemos en su rutina diaria. No evade debate ni elude respuesta. Todos, amigos y rivales, han reconocido en público y en privado que las suyas son las más interesantes opuestas para la ciudad.

No es un hombre que ceda en sus principios. En reciente debate, dio muestra de ello. Mientras todos sus contendientes en la campaña por la alcaldía mostraron interés desmedido por ir a estrechar la mano del genocida Timochenko, Pacho aseguró que también lo haría pero estando éste en una cárcel pagando una condena por los delitos que ha cometido. Esa simple respuesta es muestra suficiente de que Pacho Santos es un hombre de carácter que merece ser el alcalde que Bogotá necesita.

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