¿Postconflicto?

Muy orondo se escuchó al Presidente Santos diciendo en Europa que nuestro país ya había superado lo que él llama el conflicto y que, en efecto, la sociedad colombiana estaba encarando el postconflicto.

Inmediatamente me pregunté de qué país estaba hablando el doctor Santos, pues hasta donde yo tengo entendido, la espiral de violencia terrorista no solo no ha cesado sino que ha aumentado mientras él dialoga con las Farc en La Habana.

¿La masacre de los 11 soldados en el departamento del Cauca es una prueba del postconflicto? ¿A quién quiere engañar el gobernante de los colombianos, enviando mensajes que desafortunadamente no son ciertos?

Todos los colombianos queremos que se acabe la violencia, queremos vivir en paz. En eso, parece, no hay discusión. Las diferencias surgen en el tipo de paz que queremos unos y la que está buscando el Gobierno Nacional, basada en la impunidad, en el no resarcimiento de los derechos de las víctimas y en la elegibilidad de los responsables de hechos atroces.

Van a cumplirse tres años del proceso de paz y hasta el momento no podemos decir que nuestro país sienta que la violencia ha desescalonado. Al contrario: estos tres años de charlas han servido para que el terrorismo reverdezca en todas las regiones del país, para que las Farc pasaran de ser una banda criminal duramente combatida a una organización con interlocución política del más alto nivel, al extremo de que sus voceros en Cuba pontifican sobre lo divino y lo humano desde sus cuentas de twitter.

Durante los años de la Seguridad Democrática, los terroristas solo tenían tiempo para huir y buscar refugio en lo más profundo de las selvas colombianas.

Las cosas ahora son muy diferentes. Las Farc tienen capacidad de tumbar helicópteros de guerra, así quieran darnos una versión oficial que no se creen ni aquellos que aun tienen dientes de leche. ¿Eso es postconflicto? ¿Esa es la paz estable y duradera de la que tanto hablan Santos y sus aliados enmermelados?

La paz no se logra por decreto ni mucho menos a través de declaraciones calenturientas y carentes de toda realidad. ¿Cómo hacerles creer a los padres de familia cuyos hijos han sido reclutados forzadamente por la guerrilla que estamos en una etapa posterior a la guerra desatada por el terrorismo?

Entre las palabras del Presidente Santos y los hechos, hay un abismo insuperable. Si la guerrilla en efecto hubiera cesado sus planes terroristas no estarían, tal y como lo denunció el presidente Uribe, adelantando un “plan pistola” contra miembros de la Fuerza Pública en la ciudad de Bucaramanga. ¿Postconflicto es sinónimo de atentar contra oficiales de las Fuerzas Militares y Policía, contra sus familias y allegados?

Si Santos quiere engañarse a si mismo, que lo haga. Al fin y al cabo esa es la naturaleza de los traidores: empiezan tramando a los terceros y terminan creyéndose sus embustes. Pero él es el Jefe de Estado y aquello lo obliga a ser responsable, lo cual implica que no tiene licencia para irse por el mundo entero a mentirles a diferentes personalidades asegurando que en Colombia estamos en un postconflicto que solo existe en su mente.

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