¡Quién dijo miedo! Diga “NO” a la trampa de la impunipaz

¡“Jamás dejé de ser sonriente mostrando los dientes yo cincho mi cruz… Mirá, si tengo o no razón pa’andar con bronca y disgustao”. Del tango “Quién dijo miedo”, letra de Enrique Cadícamo y música de Julio de Caro.

La semana anterior un destacadísimo columnista de este periódico sugirió a partir de unas ideas de Daniel Pecault que la sociedad colombiana no “comprende” el acuerdo entre el gobierno y las Farc por miedo, y que el “uribismo”, según él “la fuerza política más formidable de las dos últimas décadas”, está muerto de susto de rivalizar con un grupito de trasnochados ideológicamente.

No puedo estar de acuerdo porque aunque Colombia está lejos de la perfección y muchos de nuestros problemas son culpa nuestra y tenemos que superarlos, independientemente de Uribe o de Santos, los colombianos no han perdido la dignidad ni son tontos para “confundir paz con apaciguamiento”, y menos a cualquier precio.

No es miedo a cambiar, a un futuro político diferente, o a coexistir con bárbaros, porque todo ello es fruto de la incertidumbre, que no desconocemos pues es el líquido amniótico en que los colombianos quedamos sumergidos desde antes de nacer.

Es que a pesar de tener un gobierno acostumbrado a mentir, amenazar y confundir al bien con el mal, los colombianos no hemos perdido la certeza que “no es lo mismo ser decente que bandido”. No es miedo, es dignidad. Aunque la justicia no funciona bien, tampoco aceptamos que se institucionalice la impunidad y la idea que el cumplimiento de la ley es para los pendejos y que al que más la incumpla, mejor le va.

No es miedo a un futuro coexistiendo con asesinos, “impunes” e incrustados en el Congreso con sus secuaces gobernando las “zonas de reserva campesina”, uno de los Caballos de Troya del acuerdo, en las que quedarán secuestrados millones de colombianos y que son distintas a las “zonas de concentración”.

Es asco y rechazo a dejarle a las nuevas generaciones la peor herencia para una sociedad: la certeza que “ser pillo paga” y que el peso de la ley es inversamente proporcional a la peligrosidad del delincuente. Cuando eso se instaura, ninguna sociedad es viable.

Y sobre el supuesto temor del “uribismo” a rivalizar políticamente con un cartel delincuencial de ideas caducas, tampoco estoy de acuerdo. Si esa hipótesis fuese cierta entonces ¿por qué no les dicen a los empresarios e industriales que dejen de quejarse del contrabando, que sean machos y no estén reclamando que compiten en desventaja por cumplir la ley, pagar impuestos y prestaciones sociales a los trabajadores? No es miedo de ese grupo sino un reclamo a la dignidad en la política.

¡Quién dijo miedo! es dignidad. Las encuestas lo demuestran, pues los colombianos a pesar de los shows habaneros y las mentiras de los medios enmermelados, sí comprenden el verdadero alcance del acuerdo y por ello no quieren impunidad ni elegibilidad política a terroristas. Vote “NO”, así nos amenacen el presidente y la guerrilla con guerra e impuestos si no aprobamos su plebiscito tramposo, porque paz a cualquier precio es extorsión.

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