Reflexiones a mediano plazo

La injerencia orgánica creciente de los cubanos en los asuntos internos venezolanos es un fenómeno nuevo en nuestro continente pero no en otras partes del mundo. Ese tipo de relación particular entre Cuba y Venezuela, que tiene forzosamente un impacto sobre Colombia, comenzó con acuerdos diplomáticos y comerciales y continuó con una vasta implantación de militares y funcionarios de inteligencia del país dominante (Cuba) sobre el país dominado (Venezuela). La cifra de 46.000 agentes cubanos en Venezuela fue dada en meses pasados en la Asamblea Nacional venezolana. Hoy ese proceso avanza con un entrometimiento directo de Cuba en los asuntos internos del vecino país. Ese sistema fue ideado y puesto en práctica, en grados diversos, por el sistema comunista, sobre todo en la relación que la URSS logró establecer, por la fuerza y el engaño, con los países de Europa del Este y con China, tras el fin de la segunda guerra mundial.

 

La implosión del mundo soviético, en diciembre de 1991, y la liquidación del Pacto de Varsovia y del Comecon, no pusieron fin del todo a ese fenómeno. Ese modelo de dominación y opresión de un régimen comunista sobre otro ideológicamente compatible, sobrevive hasta hoy en algunos países. El caso más conocido es el que existe entre Vietnam, de un lado, y Camboya del otro.  

 

Para ser breves: la injerencia vietnamita en Camboya es muy fuerte, sobre todo desde que el primer ministro camboyano Hun Sen está en el poder. Ese dictador, quien hoy se dice liberal, aunque fue un khmer rojo en 1975 antes de aliarse a los vietnamitas, vive rodeado de consejeros vietnamitas que garantizan su seguridad. El aparato de Estado camboyano está infiltrado por los vietnamitas. Sam Rainsky, un líder de la oposición camboyana en el exilio (en Francia), explica que los vietnamitas trabajan en Camboya “para mantener la dominación de Hanói sobre Camboya, para que no podamos escapar a la esfera vietnamita.”

 

Eso comenzó tras la invasión vietnamita de Cambodia y la caída del régimen de los khmers rojos, en 1979. Desde hace más de 30 años, ese sistema de imbricación, injerencia y dominación, de un país comunista sobre otro país comunista, está siendo experimentado, aún después del derrumbe de la URSS.

 

El resultado no es halagador para Camboya: ese país no logra salir de la pobreza y la gestión económica de Hun Sen, basada en la corrupción y en la represión, es pésima. Por eso sectores de Camboya buscan la ayuda de China y Japón pero los vietnamitas mantienen su control férreo, a pesar de todo. Vietnam controla también la vida política y económica de Laos.

 

Lo que vemos hoy en Venezuela, sobre todo la dominación cubana sobre los asuntos de Estado de Venezuela es, pues, un sistema probado en Asia y mantenido incluso en un periodo posterior a la desaparición del sistema soviético. Aunque el caso Venezuela tiene una particularidad. El país económicamente más fuerte (Venezuela) es obligado a entregar una parte de su producto nacional bruto al país económicamente más débil pero políticamente hegemónico. Se le atribuye a Fidel Castro esta frase de 2005: «Somos dos países, una sola nación». Se sabe que  Caracas, gracias a ese cuento, envía a La Habana 3.700 millones de dólares al año, más otros rubros no petroleros.

 

¿Este fenómeno podría aparecer en otros países? Mi punto de vista es éste: puede haber planes para Colombia en ese mismo sentido. Si los designios de Cuba se cumplen, si la hegemonía cubana en Venezuela se profundiza, si la orientación del gobierno colombiano sigue siendo compatible, como lo ha sido desde agosto de 2010, con la aventura venezolana, es decir si el presidente Juan Manuel Santos cede más y más ante los esquemas de Caracas, Colombia entrará en una fase de injerencia venezolana-bolivariana cada vez más acentuada.

 

Como los venezolanos dependen hoy del control político de Cuba, Colombia terminará forzosamente bajo la dependencia política de la Venezuela castrista. Ese puede ser, precisamente, el esquema estratégico de los hombres de La Habana. No es siquiera un plan de las Farc. Ellas aquí no son más que los comodines de Cuba. En el fondo, lo que busca la dictadura cubana es manejar finalmente toda de la parte norte de América del Sur, para extender su penetración totalitaria sobre Centroamérica y el resto de América del Sur. En ese esquema Colombia quedaría bajo la tutela de Caracas, y ésta dependería de las decisiones de La Habana.

 

Pero hay otra variante que hay que considerar. Pues también se da el caso de que una dictadura comunista es capaz de llevar a un país vecino no comunista a subsidiarla. Es lo que ocurre entre Corea del Norte y Corea del Sur. La hambreada pero ultra agresiva y militarizada Corea del Norte ha sido beneficiada por enormes cantidades de alimentos y de insumos agrícolas que le envió la próspera y anti comunista Corea del Sur, sobre todo entre 2000 y 2008. Para tratar de apaciguar a su belicoso vecino, Seúl propuso un sistema de coexistencia pacífica con Pyongyang que no sirvió, finalmente, sino para que Corea del Norte empleara sus recursos para desarrollar armas nucleares y sistemas balísticos sofisticados. Seúl cambió su actitud y hoy trata de ligar su ayuda a si Pyongyang avanza en temas como derechos humanos y desarme nuclear. Lo que no le impide a Pyongyang atacar barcos de Corea del Sur y amenazarla con desatar la “guerra total”.

 

Pienso en una Venezuela como la actual, dirigida por fanáticos desesperados, que sabiéndose más fuertes desde el punto de vista del armamento, y respaldados por sus alianzas con potencias como Rusia, China e Irán, creen que podrán obligar a su vecino, aunque éste no abandone el modelo democrático, a moldear su política interior y exterior y a hasta dedicar una parte de su ingreso nacional y de su comercio exterior a satisfacer las necesidades del Estado bandido vecino.

 

¿Cuál será la actitud de Washington y de la OEA ante esa preocupante perspectiva?  ¿Seguirán en su indiferencia y ceguera actual y verán esos planes y escenarios futuros como fantásticas creaciones del espíritu sin pies ni cabeza? Si los Estados Unidos y la OEA permiten que las cosas sigan como van (consolidación del proyecto castro-“bolivariano” en el hemisferio, si el régimen dictatorial cubano no cae, Colombia deberá enfrentar sola ese desafío y tendrá que darse ella misma los medios diplomáticos, políticos y militares para derrotar ese plan de sojuzgamiento a mediano plazo.

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