Santos, el rey del mal ejemplo

Cuando un ciudadano da un paso adelante y decide hacer un ejercicio democrático siendo candidato para la Presidencia de La República, debería tener en cuenta que desde ese mismo momento está sacrificando múltiples aspectos de su vida personal para aspirar a convertirse en el padre de una nación, que espera que ejerza un liderazgo positivo y se convierta en ejemplo a seguir para toda una sociedad y sus futuras generaciones.

Hoy, la mayoría de los colombianos estamos experimentando una especie de orfandad social, debido a que ese padre de la Patria, que debería encarnar Juan Manuel Santos, no representa esa figura paternal que sea el ejemplo a seguir. Ese líder que uno espera que con firmeza de principios sea el faro moral y a su vez ejerza una autoridad que se vea reflejada en una seguridad psicológica y social que solo llega cuando la ciudadanía siente la mano amiga de un gobierno que como buen padre escucha, corrige, educa y guía.

El mal ejemplo cunde encabezado por quien debería ser, irónicamente, el campeón del buen ejemplo, el Presidente de todos los Colombianos. Por ello hoy se percibe ese gran descontento reflejado en un apoyo que no llega al 13%, según las últimas encuestas, y que es tema obligado en cualquier rincón de nuestro maltratado País.

Mal ejemplo es tener una Fiscalía de bolsillo que se dedica a perseguir opositores y descuida, ocasionando mil y una suspicacias, procesos de corrupción que tocan directamente al ejecutivo.

Un paréntesis – Qué pasó con los 12 millones de dólares de JJ Rendón?- En dónde está ese famoso hacker que sirvió para infiltrar y desprestigiar una campaña presidencial?.

Mal ejemplo es malgastar los recursos de todos los Colombianos en publicidad estatal -Más de 2.4 billones de pesos- utilizados para dar manejo a su antojo a los principales medios de comunicación y así manipular a la opinión pública.

Mal ejemplo es también, y muy grave, ser mentiroso. Cuando el Papá de los Colombianos decide que para hacerse elegir debe mentir y hacer creer que va a dar continuidad a unas políticas que llevaban por buen camino a nuestro País, para una vez en el poder hacer lo contrario, generan en el ciudadano, por sobre muchos otros sentimientos negativos, decepción debido al engaño y la traición a la buena fe.

Puedo seguir escribiendo varios renglones para exponer el mal ejemplo que Santos se ha dedicado a demostrar. Pero tal vez el peor ejemplo, la cúspide de ese proceso de pisotear los valores básicos de toda una sociedad viene de la mano de su proceso de paz con los narco asesinos de las farc.

Y es que Santos nos pone en aprietos a todos los colombianos que somos padres de familia para explicarle a nuestros hijos que nuestro Presidente, el que debería fungir como padre de todo el País, se puso de acuerdo con unos bandidos para abrirles las puertas de la participación política -y de paso podrán candidatizarse para dirigir nuestro destino- ofreciéndoles sin condición la impunidad, la madre de todo mal ejemplo, la que ofrece perdón a los peores asesinos de nuestra historia, todo ello escudándose, y de paso manchando, el sublime valor de la paz.

Ese mal ejemplo será acogido por todos los colombianos como aquel hombre que entra en el alcohol y llega a su casa a golpear a su esposa porque fue con la realidad que creció en casa y nunca nadie castigó a su progenitor.

Se abrirá entonces la puerta de las nuevas violencias que nacen cuando no hay justicia que repare el daño causado por las décadas en las que los terroristas se dedicaron a secuestrar, violar, extorsionar, narcotraficar, reclutar menores y atentar de diversas y horrorosas formas contra la población civil.

Ese mal ejemplo de Santos, con la disculpa de una paz a la medida de su ego, le plantea a nuestros jóvenes un cambio en la escala de valores y les deja ver que llevar una vida delictiva puede llegar a ser positivo y un medio válido para alcanzar sus metas. Así como mentir no es malo si consigues tus objetivos, o traficar influencias puede ser la vía más corta para tapar lo errores propios y acabar con todo aquel que se atreva a disentir. O que más vale tener un puñado de billetes para que todo lo malo que uno haga sea hábilmente manipulado para hacer parecer que se actúa correctamente.

Cuando uno tiene un mal padre, que no hace más que dar mal ejemplo, nos toca a todos los hijos de esta Patria asumir la responsabilidad de hacer algo para no caminar inevitablemente hacia el abismo.

Debemos convertirnos todos en los que le demos buen ejemplo a nuestro padre. Defendiendo con ahínco los principios democráticos y haciendo todo lo legal y democráticamente posible que tengamos a mano para corregir el mal rumbo de nuestra nación.

Desde estas líneas toda mi admiración a los miles de colombianos que no se conforman y no siguen ese mal ejemplo de Santos y que salen a las calles pacíficamente a protestar en contra de este pésimo Gobierno. Así como aquellos que van más allá y no cesan de tener iniciativas positivas para intentar salvar el futuro de nuestros hijos y el de toda una nación.

Ah sí, no puedo terminar esta columna sin decir aquí lo que millones de colombianos gritaron el pasado 2 de abril y es el sentimiento de más del 75% de los ciudadanos: "No Más Santos", no más, por favor y bienvenida la idea del senador Ramos de recoger firmas para un referendo que permita adelantar las elecciones.

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