Será el bosquejo de un cuadro grotesco, por macabro

Será el bosquejo de un cuadro grotesco, por macabro.

Una hilera de hombres y de mujeres, mutilados, que enseñan muñones y los agitan para que sean reconocidos.

Familias pauperizadas, andrajosas, macilentas, perseguidas, al fondo, por otorgadores de créditos impagables.

Por compradores ladrones, asesinos.

Cerrarán la marcha, llorosas e imprecadores, los cargadores de ataúdes repletos de osamentas, y como si algo faltara para completar los brochazos a la violencia, a la perversidad, a la corrupción, arriba de los esbozados, tormentosa y negra y espesa, casi sólida, viajará una nube de espíritus  de seres anónimos, olvidados.

La parrafada está coja.

¡Quién lo creyera!

Desde salones recargados de tapetes y gobelinos e imágenes de reales o supuestos próceres, en los que habita el que debe corregir y no lo hace; el que debe enderezar y retuerce; el que a golpes de zarpazos quita para dar; el que miente y miente y miente y engaña; desde la tal Presidencia de la República, su titular y que espera repetir, J. M. S. C.  Judas, Mentiras, Santos Calderón, reparten mermelada y más mermelada hasta el hastío y amenazada diabetes, arruinando el erario y burlando al país.

Con la mermelada aquí, halaga y empalaga a voltiarepas y a contratistas.

Con sol, playa, palmeras y dadivosas jineteras, atendidos el músico y el ciego.

A grandes rasgos.

Sin escarbar.

Sin escudriñar.

Esa es la película que están filmando farcos y elenos bajo la dirección de Juanpaja.

Se llama “LA PAZ”.

Y nos puede costar la guerra.

Eso le dijo el pajarito a Maduro.

Hacer la paz en Colombia es tan difícil como rehacer el agua.

Riachuelos arrulladores. Quebradas cantarinas. Flores. Musgos.

Pájaros. Mariposas. Ardillas. Monos aulladores. Sardinas. Truchas.

Ese universo no vuelve. No somos capaces de rehacerlo.

Sí de arrasarlo. De destruirlo.

Con la venia de la Cárder.

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