Sobre los dañinos

Estación Títulos de no saber ni hacer, en la que abundan las hojas de vida con muchos datos y poca (o ninguna) práctica, con abundante palabrería y pocos hechos, en la que se cree que el nombre del puesto da el entendimiento del asunto o que con un libro de crecimiento personal basta: hay que creer en uno mismo, se dice (la teoría del bistec frente al espejo). Y en la que abundan las mentiras continuadas, las apariencias, el miedo permanente a no ser importante, la incompetencia (habrá que volver a leer El principio de Peter), los datos descontextualizados para ver el presente, la credulidad del ignorante y el servilismo frente a lo que suena bonito o enredado y por eso sería inteligente, y no se sabe qué es. Y bueno, ahí, con gente por fuera de la realidad, que ejerce el poder a falta de autoridad, se toman decisiones (mediadas por algún nivel de corrupción), se defienden intereses particulares, se asiste a cocteles en los que se mira más que habla, sonriendo mal y ejerciendo la bobada.

Del glifosato se dijo que era veneno y se demostraron los efectos perniciosos sobre la tierra, las plantas, los animales y quienes vivían en la zona, pero se le hizo más caso a los vendedores del producto (que a la promoción del veneno le agregarían regalos) y se habló de seguridad nacional, lo que calificó de antipatriotas quienes denunciaron el hecho. Hoy, sabiendo ya el daño (la realidad no se puede mentir, los efectos están ahí) y la poca efectividad de ese producto en la solución al problema que decía combatir, se dan recomendaciones para no usarlo. Ni siquiera se lo prohibe, como debiera ser. Piensa uno entonces en los titulados que aprobaron el daño, en ese puesto que ocuparon y desde donde decidieron la aplicación de un error. En el no saber aplicado, y hay que sonreír con cinismo.

Igual pasa con el fracking, que sigue siendo permitido porque en lugar de estudiarlo a fondo, de ver los efectos en otros lugares, de al menos saber que hace cien años fue prohibido, se lo permite en nombre de un supuesto crecimiento económico coyuntural: hoy dará dinero, mañana la pérdida será mucho mayor que la ganancia y ya no habrá cómo recuperar lo dañado. Piensa uno en la calidad y saber de quienes toman esas decisiones, en los asesores, en su conocimiento de minería (que parece pre-renacentista), en el ejercicio continuado de la soberbia que da la ignorancia, en creer que las hojas de vida se llenan con papeles de asistencia a congresos y no con hechos que certifiquen que sí sabe, y al saber, se ha hecho algo tangible. Bueno, pasa: aquí se estudia para ser importante y no para aprender.

Acotación: se ha dicho que Colón trajo vidrios verdes para asombrar y engañar a los nativos, que entregaron el oro por mera bisutería. Hoy pasa lo mismo, llegan las multinacionales con los mismos vidrios verdes, asombran y engañan a los que nada saben, les toman fotos firmando y luego ya se sabe lo que pasa: nada por aquí, todo para allá. Y así el mundo se acaba, es fácil profetizarlo.

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