Soldados y policías merecen respeto

Aún recuerdo cómo en uno de mis viajes a los Estados Unidos, hace ya mucho tiempo, me sorprendió la llamada a abordar un avión: “Abordarán en primer lugar los pasajeros de clase ejecutiva, mujeres embarazadas, familias con niños menores de cuatro años y militares con uniforme”. Después he tenido varias veces la oportunidad de cenar con familias americanas el 4 de julio: la bandera, que ondea permanentemente en todos los grandes edificios del país, luce orgullosamente ese día a la entrada de las casas que, adentro, están decoradas por todas partes con banderitas, incluso la mesa de la cena y las servilletas. En Estados Unidos se celebran como festivos obligatorios el Día de los Caídos en Combate (Memorial Day) el último lunes de mayo, y el Día de los Veteranos en honor de los hombres y mujeres que han servido en las fuerzas armadas, el 11 de noviembre. Uno de los monumentos más impresionantes del “mall” en Washington es el que exhibe, en una placa de mármol, los nombres de los caídos en Vietnam. La manera patriótica de honrar a sus soldados se ve también en Francia y yo diría que en todos los países donde hayan tenido que ir a combate.

En contraste, en Colombia un ministro de Educación (?) suprimió la enseñanza de la historia y de la cívica y así murió el patriotismo. Por eso en Bogotá el pedestal del Libertador en la Plaza de Bolívar tiene grafitis de los que le gustan a Clara López y los amigos de Petro cocinan a su sombra.

Desde que el ministro de Defensa Camilo Ospina y el fiscal Mario Iguarán firmaron un acuerdo violatorio del artículo 221 de la Constitución que ordena que los miembros de la fuerza pública sean juzgados  en tribunales militares, la justicia ordinaria politizada persigue a nuestros soldados y policías como criminales. Las alimañas de izquierda están ahora ganando la batalla y una de ellas propuso en el Senado que haya “degradación” para los militares, probablemente con la idea de reducirles su pensión. No dicen lo mismo de los criminales que se cobijan bajo el nombre de “Fuerzas Armadas Revolucionarias” o “Ejército de Liberación Nacional”, olvidando que, ojalá no llegue el caso, los comunistas, desde Lenin, Stalin y Mao hasta Castro y Chávez, imponen sus dictaduras por medio de fuerzas armadas que oprimen, no liberan.

Nuestros soldados y policías ponen el pecho a las balas de los terroristas para defender la República y merecen más respeto. Mejor dicho, merecen todo el respeto de los hombres de bien. El presidente Santos anunció una ley de veteranos (acceso a universidades, descuentos en supermercados)para el posconflicto, es decir, después de los acuerdos de La Habana,  pero dijo que las Fuerzas Armadas serían “reorientadas”, probablemente para adaptarlas al nuevo poder de las Farc. Y como, según lo anunció Roy Barreras, no habrá referendo, el Congreso enmermelado tomará las decisiones por nosotros.

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Coda. Fue necesario que secuestraran a un general para que nos acordáramos de los soldados secuestrados.

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