Trasfondo de crisis griega

Voto reflexivo por el sí

Los efectos del ‘corralito’

Es evidente que toda la culpa de la crisis griega no se le puede endilgar al actuar gobierno populista de ese país. Cuando los entonces dirigentes helenos ingresaron en la Zona Euro hicieron un juego político peligroso, mostrando cifras económicas falsas para obtener, de manera tramposa, auxilios económicos para homologar los estándares de obras de infraestructura, entre otros campos. Esos dineros fueron desviados a las alforjas de los políticos que orquestaban la corrupción, en una etapa que se conoció como la ‘eterna fiesta helénica’. Claro, algunos políticos respetables y decorosos criticaban ese proceder irresponsable y delictuoso que ensució la política de esa vieja nación, pero sin que su voz fuese acatada. Así, el sentido de responsabilidad y de compromiso con el manejo ortodoxo de la economía se abandonó, como si no se tratara de un país desarrollado, sino de una nación dirigida por aventureros irresponsables.

De allí que en el referendo griego de mañana, en vez de preguntar a la ciudadanía si se quedan o se van de la Unión Europea y si se acepta el plan de ajuste para el pago de la deuda, lo que se debiera indagar es sobre el compromiso con el manejo responsable de la economía o con el populismo barato que llevó el país a la ruina.

Es de anotar que para el estándar del viejo continente el referendo convocado por el gobierno Tsipras no tiene las garantías mínimas de transparencia que son fijadas por el Consejo  Europeo. También le resta credibilidad lo gaseoso de las preguntas, que deberían ser claras y comprensibles. Tampoco se facilitó a los adversarios gubernamentales convocar a la población, puesto que el referendo lo manejan en Atenas con mentalidad de tahúres que juegan con cartas marcadas. Un referendo en tales condiciones carece de validez, al transgredir las exigencias de información, lo mismo que no da espacio para hacer una campaña que pueda contradecir la propaganda oficial en tan poco tiempo, siendo evidente la descarada manipulación de la opinión.

Pese a todas esas falencias, parece que a última hora en la conciencia colectiva griega se produce una reacción objetiva y aumenta la tendencia por el Sí al plan de ajuste, lo que parecía impensable hace unos días. Una cosa es pedirle a un pueblo que tenga dignidad frente a los banqueros y otra que se suicide. Quizá, también, la creciente reacción por el Sí al acuerdo de pago de las obligaciones con el FMI y el Banco Central Europeo se explica por un error garrafal que cometió el gobierno al precipitar el ‘corralito’ antes del referendo, lo que determinó que la población experimentara en carne propia las penalidades a que conduce el populismo delirante. Mientras las personas apenas pueden sacar de los cajeros sumas irrisorias, se disparó la fuga de capitales, agravando la crisis de los bancos privados y espantando la inversión extranjera.

De acuerdo con el sondeo del Instituto Alcoy se daría un ligero triunfo del Sí mañana, lo que significa que de mantenerse esa tendencia el referendo podría resultar un fiasco para el gobierno Tsipras. Sorprende que estando sometidos los griegos a la propaganda delirante del populismo oficial, la voluntad popular se muestre madura y sin caer en el juego demagógico y manipulador, según el cual mañana se vota contra la banca foránea o por la independencia de Grecia.

Ahora, es verdad que algunos economistas de valía y prestigio mundial como  Krugman y Stiglitz sostienen que estando Grecia atada al euro carece de maniobra para superar la crisis y queda a merced de los acreedores. Lo que implicaría que les convendría salirse de la camisa de fuerza de la UE y buscar un camino propio. Agregaron que, en su momento, Argentina, cuando propició el ‘corralito’ logró, al poco tiempo, impulsar un crecimiento económico importante y muy superior al que tenía cuando seguía las fórmulas del FMI a rajatabla. Son conceptos que deben analizar a fondo.

En cuanto los ministros de economía de la Zona Euro, todos han declarado que no volverán a hablar con el gobierno griego hasta no conocer los resultados del referendo. Es obvio que aquí ya el tiro le salió por la culata a Atenas, puesto que no logró atraer la solidaridad de un solo país miembro de la comunidad europea. Por el contrario, monolíticamente la UE le exige en coro respeto a los pactos. Ese es el trasfondo de la crisis griega cuya resolución dependerá de lo que pase mañana en las urnas.

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