Al libro sobre la estirpe presidencial se le queda chiquito Kim Il-sung.

Desde las Navidades pasadas, el embajador de Colombia en España, Fernando Carrillo, viene repartiendo con fruición entre políticos, diplomáticos y periodistas un libro llamado La estirpe de los Santos. De la libertad de la patria a la paz de Colombia. Y lo puso de nuevo a circular estos días, para aclimatar la visita oficial del presidente Santos y la celebración del foro internacional sobre el proceso de paz en Madrid.

Descendiente de Antonia Santos Plata, líder fusilada en 1819; sobrino-nieto de Presidente; miembro de una familia propietaria hasta la tercera generación del poderoso imperio de EL TIEMPO; e iniciando su segundo mandato presidencial con un compromiso irrevocable hacia la firma de la paz, los contrastes de la vida del presidente Santos no merecen uno, sino varios libros.

Pero el que reparte el embajador Carrillo revela tal vanidad (en la remota posibilidad de que hubiera sido escrito por encargo de su protagonista, algo que me niego a creer) que, en lugar de ser un esfuerzo por difundir seriamente la historia de Colombia, adquirió ribetes de una imperdonable lagartería de su promotor diplomático.

Hasta provocó que un columnista del ABC de Madrid, Ramón Pérez Maura, lo comparara con un panfleto que repartió la embajada de Corea del Norte con motivo de la muerte su dictador, Kim Il-sung: “Ha fallecido nuestro respetado líder-padre afectuoso, que militó sin descanso y dinámicamente hasta el último momento de su vida para el desarrollo y prosperidad de la patria, la felicidad del pueblo, la reunificación del país y la emancipación del mundo”.

Según el columnista, este libro del embajador Carrillo es “una lujosa obra de gran formato, con presentación del presidente Santos, introducción del propio embajador Carrillo, 30 páginas dedicadas a la estirpe Santos y 100 al Santos con el que nos ha regalado esa estirpe. El trabajo es obra de Jorge Enrique Reyes Parra, un funcionario que ha hecho una investigación tan minuciosa que ha conseguido encontrar fotos del presidente Santos haciendo la primera comunión, jugando golf con 12 o 14 años, y hasta veinteañero recorriendo Europa en un Alfa Romeo…”. Y al final el autor da sus agradecimientos: “Al presidente Juan Manuel Santos por su empeño en transformar a Colombia, a su ex ministro del Interior Fernando Carrillo por su constante apoyo en sacar esta publicación adelante”.

Como registra haber sido editado por la Fundación Indalecio Liévano Aguirre, le pedí a mi eficientísima secretaria que lo buscara debajo de las piedras, para no hablar sin conocimiento de causa. Su respuesta fue: “La fundación no lo puede encontrar. El que sí existió, seguro, fue el señor Liévano, persona muy importante, que murió hace muchos años”.

La razón del misterio es que el autor de la publicación, el señor Parra, es, según el columnista del ABC, el presidente de la Corporación Indalecio Liévano Aguirre, “a la cual la Contraloría de Bucaramanga ha investigado por subvenciones que recibe para libros por encargo”.

Dice Vanguardia.com que otra notable publicación de esta editorial fueron 1.000 agendas que, durante la administración Serpa, la Gobernación de Santander contrató por 45 millones de pesos, 18 días antes de que terminara su período, y que se quedaron arrumadas en una bodega.

¿El libro de Santos se escribió por encargo de quién? ¿Del embajador Carrillo? ¿Quién pagó su edición? ¿El embajador Carrillo? ¿Fue un regalo del embajador Carrillo a su Presidente? ¿Qué fue primero: el encargo del libro o el nombramiento de Carrillo como embajador?

Creo que acreditan más al presidente Santos sus esfuerzos sobrehumanos para sacar adelante la paz, por ahora sin libro, que haber recorrido Europa en un Alfa Romeo, con libro. No sé si opinarán lo mismo en España.

Entre tanto… Él no lo entendería, porque no tenía sentimientos. Pero, para los humanos, la conquista de las galaxias jamás será la misma sin el señor Spock.