Voces divergentes en Venezuela

Para mañana hay convocadas manifestaciones en Venezuela, para expresar, en medio de obstáculos y represión, inconformidad con la falta de democracia. Es una pena la división de la oposición.

Para mañana, por convocatoria que desde su prisión hizo el líder opositor Leopoldo López, encarcelado por el régimen de Nicolás Maduro -y de Diosdado Cabello-, está prevista una manifestación de las fuerzas opositoras para hacer visible, aún más si cabe, el grado de asfixia democrática a la que están sometidos los venezolanos.

La situación, ciertamente crítica, no mejora en lo más mínimo, ni en lo social, ni en lo económico, ni en lo político. Si ya el funcionamiento de las instituciones venía degradado por la concepción autoritaria y caudillista que inspira la noción chavista del poder, vino desde hace varios meses la caída en los precios del petróleo, rubro casi único de ingresos de un país que se quedó sin industria y sin sectores productivos, aniquilados todos en el altar del socialismo del siglo XXI.

Frente a ello los gobiernos del área callan. Y cuando uno, el de Estados Unidos, toma medidas de sanción no contra el país, sino contra dirigentes de los que hay sospechas fundadas de corrupción, vínculos con el narcotráfico y actividades en contra de los opositores políticos, el continente ahí sí se levanta para condenar no la caída de la democracia, sino las medidas del gobierno de Barack Obama, calificadas de imperialistas.

El régimen, en consecuencia, se considera exento de cualquier límite legal para actuar contra el menor asomo de oposición. Por eso tras las rejas están Leopoldo López, Antonio Ledezma y Daniel Ceballos. No son los únicos, pero sí las más simbólicas víctimas de la represión.

Y, en fila, 22 directivos de medios de comunicación independientes, con prohibición de salir del país, citados a diligencias judiciales de una justicia amarrada a los dictados del gobierno.

Las esposas de los tres dirigentes políticos encerrados, dos de ellos en una prisión militar y el otro recientemente trasladado a una de delincuentes comunes, sin protección alguna, han encabezado una campaña internacional para sensibilizar sobre la ominosa ausencia de derechos políticos y democráticos. Estas tres valientes mujeres han encontrado algún eco en gobiernos que tienen que soportar los insultos y zafiedades de la diplomacia bolivariana, así como en expresidentes que, ya liberados de responsabilidades de gobierno, asumen un papel más visible en la defensa de valores democráticos.

Allí se ha destacado el colombiano Andrés Pastrana, hoy presente en Caracas, donde intenta de nuevo visitar a Leopoldo López y verificar su estado de salud, del que no se sabe nada. También el español Felipe González, socialista y por ende alguien del que se pensaría que no recibiría agravios ni vetos. Pero los ha padecido, por intentar defender un juicio independiente y justo a los opositores, procesados realmente solo por eso: por pensar distinto al régimen.

Y no podemos dejar de lamentar que, ante semejante situación tan crítica, no haya una oposición unida en Venezuela. Los propósitos son claros: democracia, libertades políticas y de prensa y opinión, respeto a las empresas y a la iniciativa privada, lucha contra la desigualdad y contra la delincuencia. Sin embargo, ni siquiera para participar en las manifestaciones de mañana pudieron ponerse de acuerdo.

Mientras la lucha por la libertad siga siendo una bandera de líderes que actúan individualmente, toda esa gran población agobiada por la carencia crónica de productos de primera necesidad, seguirá bajo el yugo de los herederos de un chavismo agreste y autoritario.

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